La polémica Uber desembarca en Madrid

La polémica Uber desembarca en Madrid

La aplicación de móvil para transporte alternativo al taxi arranca en la capital tras las polémicas en Barcelona y Berlín

AMANDA MARS Madrid 

Uber, la plataforma de Internet que permite servicios de transporte entre particulares, ha desembarcado hoy en Madrid. La aplicación de móvil, que llegó a Barcelona el pasado abril, ha desatado un fuerte conflicto con el sector del taxi, que se ha movilizado contra un servicio que considera competencia deseal. Esta ampliación del mercado se lleva a cabo dentro de la misma opacidad que ha marcado su crecimiento en Barcelona: no comunican ni el número de usuarios ni el número de conductores que forman parte de su red.

La llegada a Madrid ha sido posible tras lograr una masa crítica de conductores suficiente como para que cualquier usuario que se conecte y pida un coche no tarde más de unos cinco o siete minutos en recibirlo. Los chóferes ocasionales de esta red son particulares que se ofrecen para transportar a otros particulares durante unas horas a la semana a cambio de una retribución “que no puede pasar de lo equivalente a una dieta, con el fin de compartir los costes de mantenimiento”, explican fuentes de Uber.

Las protestas pueden darse ya por descontadas. El presidente de la Federación del Taxi de Madrid, Julio Sanz, explicó a este periódico que se convocarán juntas en las distintas asociaciones para “tomar todas las medidas posibles”. El gremio llevaba meses aguardando el desembarco de Uber. “Era inminente y los avisamos a las distintas administraciones porque el negocio les estaba yendo muy bien en Barcelona”, apunta Sanz. A su juicio, la competencia con un colectivo que, protesta, no tienes las mismas obligaciones ni licencias que el taxi, “es la guinda” para un sector que a lo largo de la crisis ha perdido un 40% de la actividad, explica.

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El sector del taxi prepara protestas contra la llegada de la aplicación

La compañía, que también tiene frente abiertos en otros países como Alemania, alega que no da cobertura a un servicio de taxi ilegal, sino que la regulación sí permite la remuneración a un particular que efectúa un servicio de transporte siempre y cuando solo sirva para costear gastos. Uber fija este listón está en los 15 céntimos por minuto o los 65 céntimos por kilómetro, de los cuales un 20% van a aparar a la plataforma tecnológica. Esta tarifa se ha rebajado un 25% con motivo del lanzamiento en la capital, según informó la firma.

Fenómenos como Uber o la aplicación Blablacar, para compartir coches entre ciudades, ha cogido a las administraciones con el paso cambiado, sin instrumentos legales suficientemente actualizados para dar respuesta  o cobertura a actividades muy vinculadas a las aplicaciones móviles. La cuestión de fondo, además, es dónde acaba la práctica de la “economía colaborativa”, esa que busca ahorrar costes con la cultura de los bienes compartidos, y dónde empieza la economía sumergida.

El caso alemán es una buena prueba de la confusión: a primeros de septiembre, la Audiencia Provincial de Fráncfort vetó la actividad de Uber en Alemania y la amenazó con una multa de hasta 250.000 euros, pero el mismo tribunal concluyó la semana pasada, tras abordar el recurso de la compañía, que no había razón para una prohibición exprés.

En España, el conflicto con los profesionales del transporte se gestó durante meses pero estalló el pasado junio, con huelgas en Madrid y Barcelona. El Gobierno quiso entonces que la Comisión Europea aclare la normativa de los diferentes servicios, pero Bruselas aclaró que no tiene las competencias al respecto y que la pelota, por tanto, está en el tejado de los gobiernos. La trifulca de esos días, paradójicamente, acabó por beneficiar al grupo, ya que se dio a conocer a mucha gente que ignoraba su existencia y disparó el número de madrileños que se descargó la aplicación, aunque esta aún no funcionaba en su ciudad.

El grupo opera a través de diversas modalidades, también con chóferes profesionales y coches de gama alta, como ocurre en ciudades como San Francisco, pero la que desarrolla en España, la de conductores particulares con coches de todo tipo, se denomina uberPOP, aunque se le conoce simplemente como Uber.

“uberPOP forma parte de una revolución global del transporte. En Uber, vemos un futuro en el que la gente usará menos el coche propio y apostará más por compartir vehículo, y por eso estamos construyendo hoy las smart cities del futuro”, dijo hoy Alex Droulers, portavoz de Uber.

Publicado por El País economía.