La muralla de Valencia tiene. 16.596 pies castellanos

FRANCISCO PÉREZ PUCHE|11

El catedrático de Geometría de Valencia se convirtió en uno de los mejores profesionales de España y colaboró hasta en la llegada del agua potable a la ciudad

Fue chocante, pero la muralla de Valencia, levantada a toda prisa cuando el Reino se puso en guerra con Castilla, en el siglo XIV, fue medida por primera vez en 1840, y su tamaño fue preciso darlo en pies castellanos, la unidad de longitud en ese momento oficial para toda España. Aunque Vicente Tosca la había dibujado tiempo atrás, nadie, que se sepa, había hecho esa medición antes. Pero en el siglo XIX, cuando las ciudades necesitaban planos más exactos, cuando después de la Desamortización se estaba pensando en modernizar, y cuando fuera posible derribar las viejas murallas, el trabajo de los buenos geómetras se hacía necesario. Y don Manuel María de Azofra era el mejor de Valencia y seguramente el mejor de España.

Ahora, cuando se va a trazar un carril-bici por todo el anillo de circunvalación, hay formas muy avanzadas de medir las distancias antes de ponerse a hacer el proyecto y el presupuesto: desde el láser a las aplicaciones derivadas de la observación por satélite, todo parece fácil. Pero no lo era tanto a principios del siglo XIX, cuando, para empezar cada región de España tenía sus viejas medidas de longitud, superficie y capacidad. El mundo anhelaba que llegara una forma universal pero mientras tanto había que conformarse con lo que se tenía.

es una ‘mola’, una ‘fila’ y una ‘ploma’?¿Cuánta agua

Pero de repente, en Valencia, apareció un profesor de la Universidad que, seguramente como trabajo de campo con sus alumnos, hizo lo que nadie había hecho: medir el perímetro de la muralla. El día 10 de abril de 1840, Manuel María Azofra, publicó los resultados de un serio trabajo desarrollado en su cátedra: la longitud de la muralla de Valencia era de 16.596 pies castellanos. Una medida que tendría que equivaler a 4.624 metros. según la traducción que se hizo después, cuando el metro quedó establecido como unidad de medida universal, en 1849, y obligatoria para España en 1880.

A Manuel María de Azofra y Sáenz de Tejada (1813-1865) le llaman unos matemático, otros geómetra y otros arquitecto. En todo caso, este hombre, nacido en Torrecilla de Cameros, tenía una cabeza privilegiada y desempeñó en Valencia, durante diez fecundos años, la Cátedra de Mecánica, Geometría y Delineación aplicada a las Artes, donde el dibujo, el sacrosanto dibujo lineal, era el rey de las disciplinas. Todo, para el señor Azofra, estaba basado en el dibujo lineal, todo tenía medidas y contornos. Y lo explicaba con una gracia y clarividencia, con una profundidad entre filosófica y práctica, que su aula en la Universidad, desde 1838, siempre estaba llena de matriculados y oyentes. Su libro básico, editado ese mismo año, todavía se estudia en las facultades dos siglos después: ‘Las lecciones de Aritmética aplicada a las Artes’ es un manual clásico que por ejemplo está vivo en el muy reciente trabajo “La ilustración gráfica del siglo XIX”, de Vicente Plá Vivas (PUV).

Azofra se integró en la vida valenciana de inmediato y colaboró con la institución que más hacía por el desarrollo en materia de artes e industrias: la Sociedad Económica de Amigos del País. En los archivos de esta casa, tan injustamente olvidada por los valencianos, podemos encontrar muchos documentos que prueban la colaboración de Azofra cuando la ciudad puso en marcha, en 1850, la traída de agua potable o, unos años antes, en 1844, cuando fue uno de los expertos designados para examinar la bondad del proyecto de implantación del alumbrado de gas.

Miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Azofra fue director del Real Instituto Industrial: también fue miembro del Real Consejo de Agricultura, Industria y Comercio y de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, labores que desarrolló en Madrid, tras su fecundo periodo valenciano. De esa fase de su docencia e investigación destaca el profesor Plá Vivas, antes citado, el artículo que Azofra publicó en mayo de 1842 en la revista ‘El Liceo Valenciano’, donde sentó las bases de sus sistemas de enseñanza del dibujo. «No puede ser bello lo que no es verdad», afirmó para recomendar que se persiguiera la mayor fidelidad posible en la enseñanza del dibujo, ya fuera artístico o lineal, rehuyendo los viejos sistemas de copia de modelos del pasado que estaban en práctica y poniendo el mayor énfasis en la geometría, fundamento de toda percepción. ¡Ay, de haber existido el CAD/CAM en tiempos de Azofra!

Publicado por las Provincias.