LAS DOCE PUERTAS AL PASADO DE VALENCIA.

El hallazgo de los restos del Portal de la Trinitat evoca una imagen romántica de la ciudad

Plano de 1608. Plano de Valencia de Mancelli donde se observan las puertas de la ciudad./LP
Plano de 1608. Plano de Valencia de Mancelli donde se observan las puertas de la ciudad. / LP
ÓSCAR CALVE

«Hay que hacer una campaña en la ONU, dónde sea para declarar genocida al tiempo». La cita corresponde al escritor Cabrera Infante, quien con cierta sorna reivindicaba el destino fatal que nos reserva el paso de los días. No es que quiera inocularles un espíritu agorero un día primaveral. Faltaría. Por el contrario, y con sumo respeto, les exhorto: «¡carpe diem!». Aprovechen esta fantástica jornada. Nadie sabe qué nos deparará la de mañana. Si no tenían pensado ningún plan, descuiden. Cojan una mochila pequeña con agua y algún refrigerio, y a la calle. La ruta apenas alcanza los cinco kilómetros. No entraña dificultad alguna. Aun así, si requieren algún descanso, podrán elegir entre infinidad de lugares donde recuperar fuerzas. Restaurantes y bares hay de sobra. De hecho, más que capacidad física, hace falta imaginación. Hoy otearemos la memoria de las 12 puertas que en otro tiempo permitían el acceso a Valencia. Ya saben que en el transcurso de las obras de renovación de la red de agua potable se ha producido el descubrimiento de lo que pudo ser el Portal de la Trinitat, inserto en la muralla del siglo XIV. Pero hubo otros once para ingresar a nuestra ciudad, sin contar otros que articulaban el espacio en el interior de la urbe medieval, como el famoso y conservado Portal de la Valldigna.

El itinerario que seguiremos es muy simple, porque prácticamente pueden obtenerlo calcado con el plano del recorrido de la línea 5 de la EMT, coincidente casi en su totalidad con la muralla levantada en la segunda mitad del siglo XIV. Seguiremos el sentido de las agujas del reloj. Sólo una advertencia informativa. Muchos de esos desaparecidos portales sufrieron transformaciones, reconstrucciones y nuevas versiones. Dos ejemplos. Los restos hallados del Portal de la Trinitat se levantarían probablemente sobre una puerta precedente de la muralla musulmana, y el portal de Quart, en su origen fue sólo un torreón rectangular, como otras puertas de la ciudad. Otras entradas sufrieron algún pequeño traslado de unos metros por necesidades específicas. No se desmotiven. Vislumbrarán algo más que los enclaves donde 12 puertas amenazaban a nuestros antepasados con la pernoctación fuera de la ciudad, a la luna de Valencia.

Las grandes personalidades eran agasajadas cuando entraban en Valencia por la puerta de Serranos

Comenzamos por la puerta más monumental, en la cara norte de la ciudad, aunque algunos planos induzcan a error. La puerta de Serranosera aquella por donde las grandes personalidades del momento eran agasajadas a su entrada en la ciudad. Fue la más representativa del esplendor de Valencia. Es una obra maestra del gótico civil, construida por Pere Balaguer en el último decenio del siglo XIV, quien recibió un «sueldazo» por «molts e diverses treballs per ell sostenguts, e per moltes e bones obres e profits apparents que ha fetes e fets en tot lo temps que ha durat la obra del dit portal e torres».

El Portal dels Catalans

El siguiente acceso a la ciudad era la Puerta del Real. Su nombre responde al enlace que creaba, tras cruzar el puente homónimo, entre la ciudad y el palacio donde residían primero los líderes musulmanes y, tras varias reformas, los reyes de la Corona de Aragón. Su evolución fue contraria a la del Portal de la Trinitat, ganando cada vez mayor presencia física, como evidencian las fotos de mediados del siglo XIX. Junto a esta puerta, el 20 de febrero de 1865, Cirilo Amorós comenzaba el derribo definitivo de la muralla.

La que hoy llamamos Puerta del Mar es una construcción levantada en 1946 que jamás ha funcionado como acceso. Eso sí, se erigió en el mismo lugar por el que históricamente los vecinos de los Poblats Marítims ingresaban en Valencia, donde estaba el antiguo Portal de la Mar, otro que integraba la lista de los ‘grans’. La actual construcción es de Javier Goerlich, quien inspirándose en la Puerta del Real que acabamos de explicar, diseñó este monumento que homenajeaba a los caídos por la patria en la contienda civil, con la lógica y notable carga propagandística. Vayamos a la actual calle Colón, a la altura de la Plaza de los Pinazo. Aquí pueden observar el Portal del Jueus, bueno, los cimientos de una obra fechada en 1422. Salieron a la luz con motivo de las obras del metro. Por él se llegaba al «fossar dels jueus», el cementerio de hebreos que tocaba en uno de sus ángulos con la judería. Para entender mejor esos restos, les sugiero que bajen a la parada de metro, donde hay paneles explicativos. Ahora, hacia Ruzafa.

El uso como cárceles de las torres de Quart y Serranos evitaron su desaparición

En la intersección de las actuales calles Játiva y Paseo de Ruzafa se encontraba este acceso que también varió sus formas en múltiples ocasiones, desde 1356, cuando ya se concibió en la muralla cristiana, hasta su desaparición. Si siguiera en pie les diría que conduce al barrio de moda. Antaño conducía a una población extramuros cuya huerta era fructífera como pocas. Mucho más efectista fue el Portal de San Vicent, otro de los grandes, aunque en su origen, según Carboneres, sólo era un vano horadado en la muralla cubierto con un arco de medio punto. Se levantaba en la actual Plaza de San Agustín. Al cruzar su umbral se accedía a la calle más larga de la ciudad, la antigua Vía Augusta que sin interrupción alcanzaba el corazón de Valencia. Su postrera modificación se produjo a comienzos del siglo XIX, al calor de los cánones estéticos del momento, similares a los que retomaría Javier Goerlich en el ya citado monumento de la plaza de la Puerta del Mar.

El portal de Serranos en la actualidad, el Portal del Real en una foto de época y el portal de Quart. / JAVIER PEIRÓ / LP / J. P.

El Portal de Torrent, llamado más tarde dels Innocents, por su proximidad con el Hospital homónimo (comenzado en 1409) y actual Biblioteca Pública del Estado Pilar Faus, es el octavo recuerdo. Portal ‘xic’, dispondría de una estructura similar al Portal dels Jueus, con dos bastiones proyectados hacia el exterior unidos por la parte superior mediante bóvedas pétreas que cubrían la puerta.

Los portales de Serrans, Mar, Sant Vicent y Quart abrían la ciudad a los cuatro puntos cardinales

Seguimos en dirección hacia el río y llegamos a la plaza de la Encarnación, en la intersección de Guillem de Castro con la calle Carniceros. Allí se levantaba el Portal del Coixo, también documentado como de «les setze claus» o de la Encarnación, por su proximidad con el desaparecido convento de mismo nombre. Ya divisan el Portal de Quart perfectamente. Este se remonta al origen de la muralla, pero entonces era una torre cúbica con su correspondiente puerta. La construcción extraordinaria que contemplan comenzó a construirse en 1441 y, a falta de algunos detalles, se finalizó en poco más de dos décadas. Era la salida más directa para emprender el camino a Castilla. Las torres funcionaron como cárcel durante más de tres siglos (1626-1931), y, al igual que sucedió con las de Serranos, esa utilidad facultó su supervivencia.

El Portal dels Tints, en la confluencia de Guillem de Castro con la calle Corona conducía hacia la morería, barrio en el que principalmente se desarrollaba el curtido y el tinte de pieles. Era poco más que un vano rematado con un arco en la propia obra de la muralla. Última etapa. El Portal Nou o de Santa Creu, luego también llamado de San José se ubicaba en la plaza que hoy alberga los monumentos falleros de Na Jordana. Empezó a construirse en 1391, casi simultáneamente al de Serrans, aunque no se finalizó hasta 1471. Guardaba notables similitudes con el de Quart que se comenzó más tarde pero que obtuvo prioridad respecto al Portal Nou, y no sólo por enlazar con un camino más importante (el de Castilla). El Portal Nou daba acceso al famoso «bordell de les fembres pecadrius», un lugar tan lucrativo como de moral controvertida. Al paraíso o al infierno, es la última puerta de nuestro recorrido.

Publicado por Las Provincias.

La muralla de Valencia tiene. 16.596 pies castellanos

FRANCISCO PÉREZ PUCHE|11

El catedrático de Geometría de Valencia se convirtió en uno de los mejores profesionales de España y colaboró hasta en la llegada del agua potable a la ciudad

Fue chocante, pero la muralla de Valencia, levantada a toda prisa cuando el Reino se puso en guerra con Castilla, en el siglo XIV, fue medida por primera vez en 1840, y su tamaño fue preciso darlo en pies castellanos, la unidad de longitud en ese momento oficial para toda España. Aunque Vicente Tosca la había dibujado tiempo atrás, nadie, que se sepa, había hecho esa medición antes. Pero en el siglo XIX, cuando las ciudades necesitaban planos más exactos, cuando después de la Desamortización se estaba pensando en modernizar, y cuando fuera posible derribar las viejas murallas, el trabajo de los buenos geómetras se hacía necesario. Y don Manuel María de Azofra era el mejor de Valencia y seguramente el mejor de España.

Ahora, cuando se va a trazar un carril-bici por todo el anillo de circunvalación, hay formas muy avanzadas de medir las distancias antes de ponerse a hacer el proyecto y el presupuesto: desde el láser a las aplicaciones derivadas de la observación por satélite, todo parece fácil. Pero no lo era tanto a principios del siglo XIX, cuando, para empezar cada región de España tenía sus viejas medidas de longitud, superficie y capacidad. El mundo anhelaba que llegara una forma universal pero mientras tanto había que conformarse con lo que se tenía.

es una ‘mola’, una ‘fila’ y una ‘ploma’?¿Cuánta agua

Pero de repente, en Valencia, apareció un profesor de la Universidad que, seguramente como trabajo de campo con sus alumnos, hizo lo que nadie había hecho: medir el perímetro de la muralla. El día 10 de abril de 1840, Manuel María Azofra, publicó los resultados de un serio trabajo desarrollado en su cátedra: la longitud de la muralla de Valencia era de 16.596 pies castellanos. Una medida que tendría que equivaler a 4.624 metros. según la traducción que se hizo después, cuando el metro quedó establecido como unidad de medida universal, en 1849, y obligatoria para España en 1880.

A Manuel María de Azofra y Sáenz de Tejada (1813-1865) le llaman unos matemático, otros geómetra y otros arquitecto. En todo caso, este hombre, nacido en Torrecilla de Cameros, tenía una cabeza privilegiada y desempeñó en Valencia, durante diez fecundos años, la Cátedra de Mecánica, Geometría y Delineación aplicada a las Artes, donde el dibujo, el sacrosanto dibujo lineal, era el rey de las disciplinas. Todo, para el señor Azofra, estaba basado en el dibujo lineal, todo tenía medidas y contornos. Y lo explicaba con una gracia y clarividencia, con una profundidad entre filosófica y práctica, que su aula en la Universidad, desde 1838, siempre estaba llena de matriculados y oyentes. Su libro básico, editado ese mismo año, todavía se estudia en las facultades dos siglos después: ‘Las lecciones de Aritmética aplicada a las Artes’ es un manual clásico que por ejemplo está vivo en el muy reciente trabajo “La ilustración gráfica del siglo XIX”, de Vicente Plá Vivas (PUV).

Azofra se integró en la vida valenciana de inmediato y colaboró con la institución que más hacía por el desarrollo en materia de artes e industrias: la Sociedad Económica de Amigos del País. En los archivos de esta casa, tan injustamente olvidada por los valencianos, podemos encontrar muchos documentos que prueban la colaboración de Azofra cuando la ciudad puso en marcha, en 1850, la traída de agua potable o, unos años antes, en 1844, cuando fue uno de los expertos designados para examinar la bondad del proyecto de implantación del alumbrado de gas.

Miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Azofra fue director del Real Instituto Industrial: también fue miembro del Real Consejo de Agricultura, Industria y Comercio y de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, labores que desarrolló en Madrid, tras su fecundo periodo valenciano. De esa fase de su docencia e investigación destaca el profesor Plá Vivas, antes citado, el artículo que Azofra publicó en mayo de 1842 en la revista ‘El Liceo Valenciano’, donde sentó las bases de sus sistemas de enseñanza del dibujo. «No puede ser bello lo que no es verdad», afirmó para recomendar que se persiguiera la mayor fidelidad posible en la enseñanza del dibujo, ya fuera artístico o lineal, rehuyendo los viejos sistemas de copia de modelos del pasado que estaban en práctica y poniendo el mayor énfasis en la geometría, fundamento de toda percepción. ¡Ay, de haber existido el CAD/CAM en tiempos de Azofra!

Publicado por las Provincias.

Iglesia de los Santos Juanes de Valencia

Edificio considerado como Monumento Histórico Artístico Nacional desde 1947, la Real Parroquia de los Santos Juanes, popularmente conocida como Iglesia de San Juan del Mercado (por su ubicación junto al Mercado Central y la Lonja de la Seda) fue construida con un claro estilo gótico, en 1240, sobre una mezquita. Ha sufrido muchas remodelaciones y añadidos durante el paso de los años, destacando la reedificación a causa de sendos incendios en los siglos XIV y XVI, la reforma del exterior en 1700 y los añadidos barrocos de los siglos XVII y XVIII. Varios reyes han visitado esta iglesia a lo largo de los siglos, recibiendo el título de Real de la mano de Isabel II en 1858, tras una visita. Otros reyes ilustres en visitarla fueron Carlos III (1706), los reyes de Sicilia (1823) e Isabel de Borbón (1902). Elementos a destacar de este emblemático edificio son los restos de la estructura gótica, como la nave y el gran óculo cegado a modo de rosetón (O de Sant Joan). Así como también la torre del reloj, la veleta conocida como el pájaro de San Juan y la escultura central, junto al Mercado Central, Virgen del Rosario realizada por Jacopo Bertesi.

Publicado por Now Valencia.

Historia de la plaza del Ayuntamiento de Valencia

Para situar la plaza del Ayuntamiento debidamente hemos de decir que aunque la misma adopta una cierta forma triangular, sus cuatro fachadas las podriamos orientar de la siguiente manera para que pueda ser facil su comprensión: la fachada Oeste sería la que ocupa el Ayuntamiento, mientras que la fachada Este la ocuparía el Edificio de Correos (antigua calle Sagrario de San Francisco y el Barrio de Pescadores). Por su lado Norte se cerraría por el edificio de Generali o lo que es lo mismo la calle San Vicente, y por el Sur nos encontrariamos con el Edificio de Balanzá y Telefónica. 

El origen de la actual plaza del Ayuntamiento, está en el amplio solar que se originó con motivo del derribo del Convento de San Francisco en 1891. No obstante y a pesar de todo ya en 1805 se había derribado sin permiso de los monjes la tapia del huerto del convento, en lo que se considera un primer intento de reforma urbana en esta parte de la ciudad. La intención de este derribo era abrir un paso entre las actuales calles de la Sangre y calle de las Barcas sin necesidad de dar un rodeo a todo el convento que prácticamente ocupaba toda la actual plaza del Ayuntamiento. 

En 1239 Jaime I el Conquistador concede permiso a los franciscanos para construir un monasterio extramuros de la ciudad, justo donde hoy se encuentra nuestra plaza. En 1835 con la desamortización de Mendizabal los monjes tienen que abandonar obligatoriamente el convento, pasando sus instalaciones a convertirse en Cuartel de Caballeria. Por la situación de deterioro del convento/cuartel y por otra, por razones urbanisticas, en 1891 es derribado el convento, dejando en su lugar un gran solar que será el germen u origen de la futura Plaza del Ayuntamiento de Valencia. 

En este gran espacio vacio se quiso hacer un gran parque y aunque se plantaron diversos arboles, jardines y setos, a la larga no prosperaria, y el lugar conocido como Parque de San Francisco se convertiría en un espacio donde igual se instalaba la feria de Navidad, teatros ambulantes, espectaculos circenses o vaya usted a saber. 

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Los taxis en el mundo

Negros con techo amarillo; blancos con una franja roja en diagonal, completamente negros o completamente amarillos… son los taxis, presentes en todas las ciudades del mundo, grandes o pequeñas. Inconfundibles con su típico cartel en la parte superior, sólo debes extender tu mano y ya está: un auto se detendrá junto a ti para llevarte donde quieras.

Símbolo universal de las ciudades

El taxi es, qué duda cabe, el símbolo universal de las ciudades, pues cada una podrá lucir un monumento único, característico, como la Torre Eiffel en París, la Estatua de la Libertad en Nueva York, el Obelisco en Buenos Aires o la Puerta del Sol en Madrid pero… ¡todas tienen taxis! Los servicios de taxis son organizados por los ayuntamientos, que otorgan los permisos o licencias, fijan las tarifas y establecen las características de los automóviles.   En la mayoría de los casos el taxi convive con otros medios de transporte como autobuses, metro y trenes, pero también con los ciclistas, motociclistas y peatones que a diario transitan la ciudad. Sin embargo, su popularidad no ha disminuido desde que apareció el primer auto equipado con taxímetro, un aparato inventado en 1891 por el ingeniero alemán Wilhelm Bruhn para medir distancia recorrida y tiempo empleado y poder así aplicar una tarifa.

Taxis y… taxis

Si hablamos de taxis, seguramente lo primero que viene a tu mente es un automóvil. Sin embargo, no en todas las ciudades es así. Por ejemplo en La Habana, capital de Cuba, existen los bicitaxis y mototaxis, pequeños y llenos de gracia; en realidad hay bicitaxis en muchas ciudades pero están destinados al turismo, como los futuristas “trixis” de Barcelona. En Bangkok los taxis son cabinas abiertas, y en Nueva York se ha organizado un original servicio de taxis por el río Hudson: del mismo color amarillo que los terrestres, estos taxis de agua pueden transportar hasta 75 pasajeros que lo utilizan para trasladarse rápidamente de un punto a otro de la ciudad, y también prestan un servicio turístico.

Modernos, ecológicos y accesibles

Como todo en el mundo, en Alicante los taxis también han debido modernizarse y adaptarse a los nuevos tiempos. Muchas compañías de taxis en el mundo ofrecen un servicio gratuito de Internet wi-fi a bordo, además de haber incorporado las nuevas tecnologías al servicio, permitiendo por ejemplo solicitar un automóvil mediante una aplicación con el teléfono móvil. Y para terminar, algo muy importante: aunque lentamente, van apareciendotaxis accesibles para las personas con movilidad reducida, de manera que puedan realizar un traslado a cualquier punto de la ciudad en cualquier momento que lo necesiten, sin ningún tipo de impedimento, ya que estos disponen de una rampa para las sillas de ruedas. Por supuesto, Radio Tele Taxi cuenta en su flota con taxis adaptados a minusválidos, por lo que también ellos podrán moverse por Alicante con libertad total

Publicado por Radio Taxi Alicante.

Torres de Serranos

Es una de las doce puertas de la antigua muralla de Valencia. Se cree que su nombre proviene, o bien de su situación en el noroeste de la antigua Valencia, que era la salida natural que llevaba a Los Serranos, o bien por asociación con el nombre de la familia principal que vivía cerca de las torres. Los responsables de la ciudad adjudicaron su construcción a Pere Balaguer, el cual se inspiró en otras construcciones similares, principalmente de Cataluña, como la Puerta Real del Monasterio de Poblet, de claro corte arquitectónico genovés. Las obras comenzaron el 6 de abril de 1392 y finalizaron en marzo de 1398.

Durante mucho tiempo fueron usadas como defensa contra asedios y ataques, aunque generalmente se usaban para ceremonias y entradas oficiales de reyes y embajadores, ya que siempre ha sido considerada la principal entrada a la ciudad. Después del incendio de 1586, fueron usadas también como prisión, y durante la Guerra Civil Española se realizaron adaptaciones para que actuara como depósito de las obras retiradas del Museo del Prado. Actualmente las Torres de Serranos se siguen utilizando para ciertas ceremonias oficiales, siendo la principal de ellas ‘La Cridà’ de las Fallas.

Torres de Quart

Es una de las doce puertas de la antigua muralla de Valencia. Recibió su nombre al estar situadas en el camino entre el centro de la ciudad y el pueblo de Quart de Poblet. Las torres son de estilo gótico tardío militar, hechas a semejanza de las Torres del Triunfo del Castillo Nuevo de Nápoles, y su estilo se repite en varias ciudades italianas, como por ejemplo en Génova.

Recibieron también los nombres de Puerta de la Cal y Portal del Quart. Estas torres de defensa han sobrevivido a la Guerra de la Independencia de Francia, la Guerra de Sucesión y la Guerra Civil Española. Parte del deterioro visible de la muralla es debido principalmente a los impactos de los cañones durante la Guerra de la Independencia. Las torres, acceso principal a la ciudad de los viajeros provenientes de Castilla, fueron construidas por los expertos Francesc Baldomar y Pere Compte entre los años 1441 y 1460.

Un siglo y medio del derribo de la muralla medieval1

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La aparición en Valencia del cólera y las pésimas condiciones higiénicas obligaron a las autoridades a abrir la ciudadLos avances en armamento con los explosivos de largo alcance mostraban el carácter obsoleto de la fortificación

ÓSCAR CALVÉ

 VALENCIA

El próximo viernes 20 de febrero se celebrará el 150 aniversario del derribo de las murallas de la ciudad de Valencia. Se trata de un acontecimiento que transformó de manera irrevocable aquel panorama urbanístico configurado en el ocaso medieval. No sólo el lienzo defensivo fue víctima de aquella decisión, pues diez de las doce puertas que lo jalonaban sucumbieron durante diversas obras vinculadas a esta tarea inicial. Lejos de cualquier posible prejuicio conservador, las autoridades promovieron con celeridad un multitudinario acto anunciado a bombo y platillo que debía celebrarse en los alrededores de la Puerta del Real, ubicada frente al puente homónimo. Si el sábado 18 de febrero el gobernador civil Cirilo Amorós recibía un telegrama real autorizando aquel proyecto tantas veces postergado, el lunes 20 de febrero, a las 16.30 horas y ante una muchedumbre entusiasmada, el propio Amorós asestaba el golpe inaugural del derribo tras un breve y emocionado discurso. Inmediatamente la explosión de júbilo se confundió con el fragor producido por los picos y palazos de más de un centenar de hombres. Aunque entre ellos se hallaban zapadores-bomberos, la mayoría eran trabajadores del arte de la seda a los que diversas vicisitudes les habían conducido a un forzoso paro.

Quizá hoy lo consideremos una aberración patrimonial, pero es preciso ponerse en la piel de aquellos hombres. Varios factores impulsaron la demolición. Algunos visibles, otros velados. Entre los más evidentes puede resaltarse la pérdida del valor funcional de la muralla, en Valencia y en otras ciudades. Los avances armamentísticos en artillería pesada y explosivos de largo alcance no sólo mostraban el carácter obsoleto de la fortificación, sino que también obligaban a tomar medidas que oprimían aún más el recinto urbano. Era preciso crear una zona militar cada vez más amplia, exenta de cualquier construcción. La muralla constreñía el natural desarrollo urbano, generando un anillo sin edificaciones por fuera del recinto, agravando las diferencias entre el casco urbano y las poblaciones periféricas. En el contexto valenciano deben añadirse unas pésimas condiciones higiénicas agravadas con diversos brotes de cólera-morbo asiático, así como el hacinamiento de una clase obrera sin trabajo. Paralelamente, el imaginario colectivo se había contaminado del afecto por las alteraciones que la urbe venía desarrollando, muchas vinculadas al controvertido concepto de modernidad. En aquella época resultaría compleja la defensa de una armadura que, más que proteger, ahogaba a la población. No deben olvidarse los intereses creados en torno a la explotación de un abundante terreno que se revalorizaría tanto por las nuevas viviendas como por las incipientes infraestructuras de transporte que el progreso estaba generando.

Ya en 1856, las autoridades valencianas enviaron un escrito a Las Cortes solicitando la demolición de las murallas, puesto que Valencia no estaba considerada como plaza fuerte. Pronto se inició un pleito entre el Ayuntamiento y la Capitanía General en torno al titular del usufructo de aquellos terrenos que se liberarían tras la demolición de la muralla. La municipalidad valenciana ganó el litigio y sólo las Torres de Cuarte -entonces prisión militar- permanecieron en poder del estado. Valencia, al igual que otras muchas ciudades, transformó su percepción de las murallas «de collar de perlas a cinturón opresor», en palabras de la experta María del Mar Serrano.

En 1862 el viajero francés Antoine de Latour describía el recinto amurallado valenciano con estas palabras: «Valencia posee todavía bellas murallas almenadas. Su recinto que, parecido a la cintura de una bella matrona se ha ido ensanchando con el progreso de los siglos, bajo los godos, los árabes, los cristianos, data, en su forma y extensión actuales, del reinado de don Pedro IV de Aragón y del año 1356.».

Sólo cuatro años más tarde, en 1866, Domingo Andrés y Sinisterra publicaba un opúsculo titulado ‘El derribo de las murallas de Valencia en los años 1865 y 1866’, en el que defiende la demolición para el mayor ornato y engrandecimiento de la ciudad, definiendo la muralla desaparecida como antigua y deleznable. El mismo autor indicaba que la apertura de la ciudad les transportaba «a las márgenes del Sena en París, o a las del Támesis en Londres, o al Prado y Retiro en Madrid», aseguraba Domingo Andrés y Sinisterra.

La fase inicial contemplaba la apertura de un espacio entre la ciudadela y la puerta de San José, posibilitando la creación de un nuevo barrio en la zona norte de la ciudad. El Portal del Real y el de San José, demolidos ese mismo año, anunciaban el destino del resto de las puertas de la ciudad, a excepción de las de Quart y Serranos, salvadas por su utilidad como cárceles.

Las autoridades se comprometieron, en el mejor de los casos, a colocar placas en aquellos lugares más significativos condenados a la desaparición. Todo en aras, según el gobierno municipal, del «ensanche, ventilación y las mejores condiciones higiénicas a la ciudad». En la segunda mitad del siglo XIX muchas ciudades derribaron las murallas por viejas e inservibles, con el discutible argumento de obstaculizar el desarrollo urbano. Valencia no fue una excepción

Publicado por las Provincias.es

A la guerra en taxi

POR MIGUEL

Un ‘héroe’ de la Primera Guerra Mundial da la bienvenida a los visitantes en el Ayuntamiento de Barcelona | El Consistorio tiene un Renault 11HP como el utilizado por las tropas francesas para desplazarse al frente en septiembre de 1914 y frenar el avance de las tropas alemanas

El Ayuntamiento de Barcelona celebra este jueves una jornada de puertas abiertas, con motivo de las festividades de Santa Eulàlia, copatrona de la capital catalana. Los ciudadanos tendrán una oportunidad ideal para conocer de cerca los tesoros de la casa consistorial. Junto a la escalinata principal del edificio de la plaza Sant Jaume, una de las curiosidades que aguardan a los visitantes es un héroe de la Primera Guerra Mundial.

Se trata de un taxi histórico, un Renault 11 HP, un modelo popularmente conocido como la Genoveva, por la película homónima de 1953, dirigida por Henry Cornelius y protagonizada por un vehículo de estas características.

Pero esta clase de coches tiene otro apodo mucho más épico: los taxis del Marne. Se les conoce así a raíz del papel que desempeñaron en una de las batallas más decisivas de la Primera Guerra Mundial. A finales de agosto de 1914 los franceses, que habían recibido la ayuda de un cuerpo expedicionario británico, se vieron obligados a retirarse hacia París por el empuje de los soldados alemanes.

Los alemanes trataban de llegar al río Marne y rodear a los aliados. Los franceses se dieron cuenta del peligro gracias a los aviadores, inicialmente empleados en el campo de batalla como simples oteadores. No había tiempo que perder. Francia se vio abocada a una maniobra desesperada y a trasladar rápidamente refuerzos a la zona en peligro para conjurar la amenaza. ¿Pero cómo hacerlo con el tráfico ferroviario prácticamente fuera de combate?

El gobernador militar de París, el general Gallieni, debió recordar entonces una de las máximas de Napoleón, quien aseguraba que sus soldados no ganaban las batallas con la pólvora, sino “con las botas”, en alusión a la rapidez y agilidad con que el emperador movía a sus ejércitos en sus primeros años.

París reunió todos los taxis de la época, unos 670 coches, hermanos de la Genoveva, y los utilizó para trasladar al campo de batalla a unos 6.000 reservistas. La reacción francesa frustró los planes del enemigo, que abandonó su idea de avanzar hacia París y dio paso a otro episodio dramático y que se prolongó durante los siguientes cuatro años con un balance catastrófico: la guerra de trincheras.

La Genoveva del Ayuntamiento de Barcelona tiene más caballos de potencia y es algo más grande que la mayoría de los taxis que participaron en la primera gran movilización de tropas motorizadas de la historia, pero salió de la misma cadena de montaje. Es un Renault fabricado en 1908 y matriculado en 1914. El Ayuntamiento lo compró por su valor simbólico en 1968 y lo restauró en 1971.

A una velocidad media de 25 km/h y en apenas un día, los taxis transportaron a los batallones Villemomble y Gagnny hasta Nanteuil-le-Haudouin, en la región de Picardie, donde llegaban nítidamente los ecos de la batalla. Los taxis aprovecharon el viaje de regreso a la capital francesa para traer de vuelta a soldados heridos y mujeres y niños. Los coches circularon con las luces delanteras apagadas para no llamar la atención del enemigo. Los conductores recibieron instrucciones para orientarse por las luces traseras del vehículo que les precedía y hacer el mínimo ruido posible.

El concurso de los militares que fueron a la guerra en taxi fue muchísimo menos relevante de lo que quiere la leyenda, atendida las fuerzas enfrentadas: un millón de soldados en uno y otro ejército. Más de 400.000 combatientes de los dos bandos no regresaron jamás de aquel campo de batalla, pero la imagen de los coches yendo hacia el frente cargados de militares sirvió en su momento para dar ánimos a un ejército alicaído y se ha quedado grabada a fuego en el imaginario colectivo de los franceses. / la Vanguardia

Publicado por Infotaxi.

Los Autonomos y Federacion IV

 

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En el sector en aquellos momentos trabajaba de taxista un  cura obrero,  Marcial Martínez, que en un principio nos facilitó el acceso al local de la Iglesia en la calle Isabel la Católica, y posteriormente comenzamos a utilizar el de la Iglesia del barrio de San Isidro y el de el barrio del cabañal, éste es el que más lo utilizamos dado que reunía mejores condiciones Seguir leyendo Los Autonomos y Federacion IV