Los hoteleros se plantan contra Airbnb

 

los directivos de las cadenas hoteleras acusan a la plataforma de economía colaborativa de competencia desleal y exigen una regulación y un control por parte de las autoridades sobre las viviendas de uso turístico.

Fitur -la gran feria del turismo- congregó un año más a los principales actores del sector del turismo: aerolíneas, hoteleros, empresas de transporte, touroperadores y agencias de viajes y centrales de compras, entre otros. Uno de los ausentes y, sin embargo, omnipresente en encuentros y corrillos han sido las plataformas como Airbnb. Incluso, la definición de economía colaborativa genera controversia.

Desde la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid (AEHM), patronal hotelera de la capital, enfatizan que el auge de las viviendas turísticas no es sólo un fenómeno que afecte a ciudades como Barcelona, aunque sea la que más titulares acapara. “En Madrid se ha detectado un crecimiento espectacular, que ha pasado en un año de 10.000 a 20.000 viviendas y de 37.000 a 74.000 camas, la gran mayoría sin registrar”, señala su presidente, Gabriel García. “Se trata de competencia desleal para el sector que se debe atajar”, apostilla.

Gabriel Escarrer, vicepresidente y consejero delegado de Meliá, también se muestra contundente. “Hay una falta de regulación en la mal llamada economía colaborativa. Meliá, para ajustarse a la normativa, no sólo en cuestiones de impuesto o licencias, debe cumplir con ciertas medidas en materia contra incendios, seguridad, riesgos laborales e higiene, lo que representa un coste de casi 18 euros por habitación. Esto genera una desventaja respecto a cualquier particular que ponga su piso en alquiler, a lo que se suma, además, que en la mayoría de los casos estos apartamentos no cuentan con licencia ni pagan IVA”, asegura.

Para Escarrer, el responsable “no puede ser solo el propietario de la vivienda, sino el que incluye en su web un piso que no tiene licencia de actividad de explotación”.

El director general de Grupo Palladium, Abel Matutes Prats, es consciente de que “no se puede ir en contra de las tendencias” pero, enfatiza, “es injusto que exista una sobrerregulación para los hoteleros y una falta total de regulación, tanto fiscal como normativa, para los demás. Para ejemplificar la situación, uno tiene cinco árbitros mirando y otro ninguno”.

En estos mismos términos se expresa Antonio Catalán, presidente de AC by Marriott, que considera esencial que las autoridades actúen.

Fuentes de Airbnb aseguran que no se oponen a una regulación pero sí reclaman que ésta “permita que las personas puedan compartir su propio hogar”, es decir, “un marco legal para los particulares, distinto al de los profesionales”. Y agregan: “La normativa actual favorece a los operadores profesionales y perjudica a aquellas personas y familias de clase media que quieren compartir su residencia habitual. La economía colaborativa necesita una normativa clara y Airbnb siempre se ha mostrado abierta a trabajar con las ciudades en soluciones concretas”.

Reconversión

Desde el sector coinciden en señalar a los apartamentos turísticos “piratas” y a las “plataformas que los alojan” de algunos de los males que asolan a las ciudades a causa de la llegada “masiva” de turistas. “En muchos núcleos urbanos se está reconvirtiendo activos residenciales a turísticos y las ciudades no están preparados, ni desde el punto de vista de infraestructuras, ni de servicios. Esto provoca una mala convivencia”, explica Escarrer.

Para Catalán, la clave reside en “qué tipo de ciudad queremos ser, París o Cancún, y qué hacemos para conseguirlo”.

“En Ibiza se está empezando a generar un tipo de turismofobia, que se carga en los hoteleros. Nosotros tenemos menos habitaciones que antes. Traemos menos turistas que antes, con más calidad pero menos volumen. ¿Porqué hay más turistas? Por la economía colaborativa. Tendríamos que tener algunas leyes, como en Nueva York, con límites en las estancias y cumplir con unos mínimos requisitos de sanidad y seguridad y, además, que estuviese perseguido el fraude fiscal”, manifiesta Matutes.

Desde Airbnb recalcan que son “parte de la solución” a los retos de las ciudades: “Airbnb es complementario a la industria turística tradicional y contribuye a redistribuir los beneficios económicos del turismo entre los ciudadanos, las comunidades y los barrios”.

Publicado por Expansión.