Las cooperativas de taxis se pasan a las ‘tablets’

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Son, posiblemente, quienes mejor conocen cada avenida, calle y callejón de la ciudad. Llevan una vida diferente. Pegados al volante de sus vehículos, manteniendo conversaciones banales o arreglando el mundo con las personas a las que transportan. Otras veces, en silencio y pasando inadvertidos si así lo decide el cliente.

La vida de los taxistas gijoneses ha cambiado bastante desde que, en 1984, unos pocos visionarios creasen la primera cooperativa de Asturias: Radio Taxi Villa de Jovellanos. Con más de 200 conductores, entre socios y asalariados, además de la más veterana, es la mayor de la ciudad. Aunque siguen intentando trabajar con la diligencia de antaño, tienen muy claro que los nuevos tiempos exigen adaptarse a las tecnologías emergentes.

«Disponemos de una aplicación para móviles, que además le encargamos a una empresa asturiana, pues siempre hemos intentado potenciar la economía local», explica su presidente, Jorge García. Involucrados también con el medio ambiente, Radio Taxi Villa de Jovellanos apuesta por los coches híbridos y de gas. De hecho, acaban de firmar un contrato para la subvención de gas con Repsol. «Este tipo de combustible contamina mucho menos que los convencionales», señala García.

También son las nuevas tecnologías uno de los puntos fuertes de Radio Taxi Gijón, fundada poco tiempo después que Villa de Jovellanos, en 1990. «Ya en 2001 fuimos los primeros en tener una gestión de flotas moderna, librándonos de las emisoras y adjudicando los servicios a través de GPS», relata José María López, presidente de la cooperativa. Con una plantilla compuesta por alrededor de 100 personas, Radio Taxi Gijón acaba de realizar una importante inversión para renovar otra vez su sistema de gestión de flotas. «Actualizarse es imprescindible para poder ofrecer un servicio rápido y de calidad a nuestros clientes», afirma López, quien reconoce que la crisis se está notando bastante en el sector y señala que «no existe una solución mágica para mantenerse a flote, más que aguantar y seguir trabajando como siempre».

Nuevos en la ciudad

El pasado 1 de enero, los gijoneses no solo estrenaron nuevo año, sino que vieron nacer a la que sería la tercera cooperativa de taxis de la ciudad, Radio Taxi Ciudad de Gijón. Su vicepresidente, José Antonio Fernández, admite que «todos los comienzos son difíciles», pero asegura que la nueva entidad «se está adaptando bastante bien, mejorando incluso las expectativas». Como pasa con sus colegas de profesión, José Antonio tiene muy claro que en este sector, la rapidez en el servicio es de vital importancia. «Somos los primeros en España que trabajamos con Auriga, un sistema de gestión de flotas que funciona con Android. Pasamos de radios y emisoras a ‘tablets’ y tarjetas SIM», declara.

Pero la vida del taxista no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que incluso tenían que hacer las veces de ambulancias, convirtiéndose en muchos casos en coche fúnebre, al no llegar a tiempo a los hospitales. «A mi me murió más de una persona en el coche. Pero fueron muchas más las que pudimos salvar. Por aquel entonces apenas había ambulancias, y nuestra labor en estos casos era más bien humanitaria, pues lo último en lo que pensabas era en cobrar», relata Luis Sampedro, quien cuenta con 37 años de experiencia a su espalda. Casi los mismos que José Manuel Canteli, uno de los fundadores de Radio Taxi Villa de Jovellanos. El chófer recuerda que no fue una labor fácil, pues hubo muchos que se opusieron al cambio. «Antes, cada taxi tenía una parada asignada y no te podías mover de allí hasta que solicitaban un servicio», explica. José Manuel rememora cómo él y un grupo de compañeros se dieron cuenta de que liberalizar las paradas sería mucho más beneficioso para los clientes. «Ahora llamas y acude el coche que esté más próximo, con lo que el servicio es más rápido y barato», señala.

Profesión sacrificada

Ángeles Marina, que también vivió aquella lucha en sus propias carnes es, además de la segunda mujer taxista que tuvo Gijón, una enamorada de su profesión. «Comencé a utilizar el taxi de mi marido, pero pronto descubrí que me encantaba este trabajo y me hice con una licencia propia», relata. Esta mujer, que jamás tuvo ningún reparo a la hora de ponerse al volante de un taxi a pesar de tratarse de una profesión tradicionalmente masculina, asegura que «si volviera a nacer, sin duda repetiría». Jubilada hace unos meses tras 32 años de servicio, Ángeles explica que el taxi es algo así como una escuela sobre ruedas. «Si prestas atención, puedes aprender muchísimas cosas hablando con la gente a la que transportas. Es una profesión sacrificada, pues son muchas horas al volante, pero para mí no hay nada igual en el mundo», sentencia./El Comercio.

 

 

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