Los trapos sucios de Uber

Los trapos sucios de Uber

La semana pasada realicé mis dos primeros (y últimos, creo) trayectos con Uber (UberPop, concretamente).
El objetivo no era otro que probar el servicio y hablar con los conductores de Uber en Madrid para tener datos suficientes con los que poder redactar el artículo que estaba preparando en Xataka.

El resultado se ha publicado esta tarde, y en ‘Un día con un conductor de Uber’ la idea era la de transmitir las sensaciones no ya de los creadores de Uber o de los usuarios, sino de los conductores, que son al fin y al cabo los que acaban dando ese servicio de transporte. Y como indico en el artículo, me llevo una impresión muy curiosa. La del lado del conductor es evidente: los conductores ven a Uber como una oportunidad de tener unos ingresos que de otro modo no estaban encontrando.

El caso de uno de los conductores, que me decía literalmente que ‘había visto la luz’ era especialmente dramático. Un hombre ya entrado en los 50, educado, formal y con una pinta de buena persona que no podía con ella. Un hombre que sinceramente solo estaba tratando de salir adelante, y de hacerlo de forma legal.

El problema, claro, es que Uber no tiene pinta de ser muy legal. Pero eso no es demasiado extraño en un país en el que cada día aparece una nueva corruptela y en el que lo milagroso es que haya algunas personas más que se estén ganando el pan (aunque sea en B).

A mi, por otro lado, me parece escandaloso. Me parece una absoluta vergüenza. Porque Uber -y que alguien me corrija si estoy equivocado- no hace más que burlarse del sistema. Presume de ofrecer una alternativa que permite a todos ganar (menos a los taxistas, claro), cuando solo se está lucrando de personas que simplemente tienen poco que perder. Mejor trabajar en algo aparentemente medio legal que no trabajar en nada. Y como todo está tan bien montado -el servicio es operativamente una maravilla, y desde luego es más barato que un taxi (casi siempre)- parece que nos olvidamos de lo más importante: de que Uber es un caso flagrante de economía colaborativasumergida.

La empresa se lava las manos en prácticamente todo. No hace contratos, aparentemente no respalda a los conductores en posibles multas o ataques (a ellos y a sus coches), y  bajo mi punto de vista no hace más que lucrarse sin como digo mancharse las manos. Se ahorra seguros sociales, seguros de responsabilidad civil, licencias y permisos, y le pasa el marrón a los conductores, que son los que pringan y los que además pagan un 20% de sus ingresos por tener el privilegio de trabajar para Uber. Porque es lo que hacen. No es que saquen lo suficiente para mantener los gastos de su vehículo, no. Trabajan para Uber.

Lamentable. Pero se me olvida un último detalle: Uber no dispone de ninguna opción -ni información- para dar de baja la cuenta desde su página web. Por lo visto hay que escribir un correo electrónico (yo ya lo he hecho) para desvincularse del servicio, algo que con una estructura tan bien pulida y con cuatro años a sus espaldas parece, cuando menos, sospechoso.

Demasiados trapos sucios

Por : http://www.javipas.com

Los trapos sucios de Uber

Taxi 

Publicado por el Twitter de autónomos unidos.