Prefiero estar muerto. Esto no es vida

José Antonio perdió la visión tras arrancarle los ojos un cliente en una discusión por el pago de una carrera de 90 euros

El taxista que se quedó ciego malvive con una pensión mientras su agresor está libre

A. RALLO | VALENCIA

27 enero 2016

«Preferiría estar muerto». José Antonio se siente sin vida. Este taxista valenciano se quedó ciego después de que un joven de 19 años se lanzase contra él, «directamente, como un gato, contra mis ojos», en las Fallas del año pasado. Tras la inesperada agresión, perdió el ojo izquierdo. En el derecho apenas conserva un diez por ciento de su capacidad. Sólo ve sombras.

Ahora, recuerda resignado el suceso en una entrevista en ‘Las Provincias‘. «Mira, me tuvo que tocar…». Recuerda cada detalle de aquel día, en el puente más cercano a la calle Eduardo Boscá de la capital valenciana. «Acababa de llevar a unas chicas a la discoteca de esa calle». Apenas llevaba un año en el gremio del taxi. El taller en el que trabajaba echó el cierre y la preocupación de sus hijos le obligó a tomar una decisión. Juntó unos «ahorrillos» y pidió un préstamo para comprar la licencia.

«Creo que trataba de robarme y que luego no pudiera reconocerle», explica la víctima«Esto es muy duro. Me están enseñando a saber cuándo cruzar una calle o distinguir las monedas»

Su presunto agresor, aquella noche de Fallas, le encargó ir a Ontinyent. «Sospeché de un trayecto tan largo. A ver si no me vas a pagar… Pero me dijo que llevaba dinero. Me enseñó un billete de 50 euros y me dijo que había tenido una pelea».

Unos minutos más tarde, se encontró con otro taxista a quien pidió consejo sobre el importe final del trayecto. Todo bien. Sin problemas. «Incluso paré a poner gasoil». Al llegar al destino, «vi que consultaba su móvil. Todo el viaje sin hacerlo y ahora…». Le dijo que se metiera por un camino y se negó. Detuvo el vehículo y le comunicó el precio. Algo más de 90 euros. Redondeó la cifra a la baja. No hubo más respuesta que el ataque. «Esa forma de agredirme en los ojos ya la tenía que haber hecho otras veces. Creo que quería robarme y dejarme ciego para que no le reconociera». Esta es la tesis que maneja. A continuación, le mordió la mano para liberarse. «Pero ya salí ciego del coche». Una vez fuera, todavía le cogió por la espalda y le volvió a introducir los dedos en los ojos, según su relato. Cayó a una acequia. Cuando salió de allí, su mundo ya estaba a oscuras. «Sólo recuerdo el ruido de coches a mi alrededor».

Publicado por el Comercio.