La movilidad urbana se vuelve inteligente

LUCÍA CABALLERO
MADRID

El Big Data y el Internet de las Cosas facilitan la gestión de la movilidad urbana para implantar un transporte más sostenible

Entre el 30 de noviembre y el 5 de diciembre se superaron más de cien veces los 200 microgramos de dióxido de nitrógeno atmosférico (el nivel de aviso establecido) en Madrid, según datos del Ayuntamiento. Tanto la capital como Barcelona, los dos grandes núcleos urbanos españoles, están en los últimos puestos del último ranking elaborado por la Oficina Europea del Medio Ambiente: Madrid en el decimoctavo y la metrópoli catalana en el decimoquinto. El documento valora las medidas adoptadas por las ciudades para luchar contra la contaminación del aire.

Las grandes ciudades españolas ya se están poniendo las pilas con una idea clara: para conseguir un modelo urbano sostenible, la clave está en el ecosistema de transporte. La tecnología se está convirtiendo en una herramienta prometedora para organismos e instituciones: el concepto de ‘smart city’ comienza a sonar en las divisiones de urbanismo de los ayuntamientos.

Un ejemplo es CIUDAD 2020, un proyecto de I+D+i, recientemente finalizado, en el que se han desarrollado y probado nuevas herramientas inteligentes de gestión urbana en movilidad, energía y medioambiente. Málaga, Santander y Zaragoza se han convertido durante cuatro años en laboratorios de pruebas. Actualmente, “las soluciones tecnológicas están en un grado de madurez que permitiría hacer proyectos pilotos reales”, asegura Rodrigo Castiñeira, coordinador del proyecto CIUDAD 2020 en Indra.

El Big Data y el sensor ciudadano son los pilares de la iniciativa. El análisis de toda la información que generan los urbanitas (en redes sociales y aplicaciones móviles) permite enfocar la gestión del transporte a sus necesidades. “Nos interesan sus patrones de movilidad y pautas de comportamiento”, afirma Castiñeira.

Una de las aplicaciones desarrolladas detecta automáticamente las anomalías en la movilidad y calcula el itinerario idóneo para el usuario, combinando el transporte público y privado. A través del móvil, sugiere la mejor plaza de aparcamiento y evitar las zonas con más contaminación, teniendo en cuenta sus prioridades.

“Hemos hecho hincapié en la internalización de los costes, es decir, que las personas sepan el impacto medioambiental de cada uno de sus desplazamientos en función de los medios de transporte que usen”, explica Castiñeira.

En Málaga y Zaragoza la información recabada de las redes sociales ha servido a investigadores e ingenieros para detectar las zonas más concurridas, unos datos con gran valor para los gestores de la ciudad. “Todas las herramientas que fomenten la intermodalidad y el uso del transporte público tienen un impacto inmediato en el consumo energético”, indica.

En Santander han combinado esta información con la obtenida a partir de sensores que monitorizan parámetros ambientales, como contaminación química y acústica, con el objetivo de desarrollar modelos de predicción de picos de contaminación y crear sistemas de alerta para gestionar el tráfico.

Todos estos datos son analizados en un sistema centralizado, una plataforma tecnológica basada en el almacenamiento en la nube y el Internet de las Cosas. Los ciudadanos pueden darse de alta en el portal de CIUDAD 2020 para acceder a todos los servicios y aplicaciones.

Conociendo cómo se mueven los ciudadanos, pueden diseñarse modelos de gestión inteligentes. “Asignar más autobuses en una franja horaria o una zona concreta, o favorecer las intersecciones para los vehículos que circulan en un sentido concreto”, dice el experto de Indra. “Una de las preocupaciones era cómo involucrar al ciudadano en la gestión de la movilidad, y estamos consiguiendo darle respuesta”.

Publicado por las Provincias.