La Economía Colaborativa de las app convierte a San Francisco en una distopía para la clase obrera

Andrew Callaway* 

“Applotación” en una ciudad de “instaciervos”

El boom de la economía colaborativa de la que presumen muchas app como Uber, Lyft, o Caviar en una ciudad como San Francisco es en la práctica una economía de la explotación, insalubre y deshumanizante para clientes y trabajadores que nada tiene que ver con la economía colaborativa real. Ausencia de garantías laborales o jornadas interminables son las condiciones que sufren unos trabajadores que ni siquiera son asalariados de la empresas de las app, a los que la necesidad orienta a realizar este tipo de trabajos y cuyos resultados solo son positivos en la cuenta de resultados de los dueños de las aplicaciones como se aprecia en esta experiencia personal.

Prayitno (CC)  

Si pasas suficiente tiempo en San Francisco, acabarás distinguiendo a los trabajadores de la Economía Colaborativa que pululan por allí. Observa a la persona más nerviosa de la cola mientras esperas tu turno para pedir comida. Me juego lo que quieras a que está trabajando para una app [1] Algunos de estos trabajadores están clasificados por colores: los de las camisetas naranjas son de Caviar, una app de comidas a domicilio; los de color verde representan aInstacart, la app que te sube a casa la compra del súper. Los de la chaqueta azul que van en patinete eléctrico son de una app llamada Luxe, gorrillas que se encargan de buscar aparcamiento a quienes todavía entran a la ciudad con el coche.

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En la bahía de San Francisco hay cantidad de trabajadores así, desquiciándose en una cola o corriendo por los pasillos, siempre a contra reloj, aunque la mayor parte del tiempo pasan inadvertidos porque están dentro del coche. Aún así se les puede detectar cuando invaden un carril bici para pedir un “burrito” en el restaurante de enfrente o aparcados en doble fila, esperando a que un pasajero baje de su apartamento. Si miras de cerca, verás un cartel en la ventana que dice Uber o un bigote de color rosa brillante que indica que carga a pasajeros de Lyft. El verano pasado, yo era uno de ellos.

¡Oh, Canadá! Te escribo desde Berkeley, California, para prevenirte de esta cosa llamada “Economía Colaborativa” o “Economía del Compartir”. Ya que nadie está compartiendo realmente nada, muchos de nosotros preferimos el término “Economía de la Explotación”, pero el fenómeno se ha extendido tanto en la bahía de San Francisco que muchos se refieren a ella ya simplemente como “La Economía”. Llámalo como quieras, la idea consiste básicamente en externalizar tareas cotidianas, que otra gente haga el trabajo doméstico por ti convirtiéndote en cliente de una app.

Mientras un chofer te pasea por la ciudad puedes encargar a alguien que te recoja y te lave tu ropa interior sucia. Te pueden subir la compra a casa y hacerte esa limpieza a fondo del baño para la que nunca encuentras el momento. ¡Y lo mejor es que para conseguir todo esto sólo te hace falta el móvil! Las empresas de la Economía Colaborativa prometen a sus clientes todos los lujos de los ricos y famosos. Lo hacen aprovechándose del sistema y, en algunos casos, retorciendo el derecho laboral cuando no ignorándolo directamente.

Sé de esto porque pasé un mes conduciendo, yendo de compras y sirviendo a los usuarios de aplicaciones como Uber, Lyft, Postmates e Instacart. Lo grabé todo para un podcast llamado La Teoría del Todo de Benjamen Walker. Benjamen quería saber qué se sentía al trabajar para una app pero no quería experimentarlo por sí mismo. Imbuido del espíritu de la Economía Colaborativa, me convenció a mí para hacerlo por él en calidad de “socio”. Os recomiendo que escuchéis el relato íntegro de mi aventura enwww.sharingeconomy.fail o introduciendo “instasafers” en el buscador, porque hay mucho material grotesco que se ha quedado fuera del reducido espacio de este artículo.

Desempeñé todos los trabajos de Economía Colaborativa que pude pero ninguno era un empleo propiamente dicho. Nunca fui un empleado. Fui “socio” o “héroe” e incluso un “ninja”, dependiendo de la app. Las empresas de la Economía Colaborativa son sólo intermediarias que conectan a sus clientes con los prestadores del servicio que contratan. Trabajé “con” estas app, no “”para” ellas, y cada vez que lo hice estaba esencialmente empezando mi propio negocio de viajes compartidos o mensajería, etc.

Como cineasta independiente, me conozco el apaño: ser autónomo es una gran responsabilidad. En los EE.UU. tenemos que pagar un impuesto adicional y tenemos que contratar nuestro propio seguro de salud. Tampoco tenemos la garantía de un salario mínimo. Como trabajadores de la Economía Colaborativa utilizamos nuestros propios coches, lo que significa que pagamos los gastos de gasolina y costes de mantenimiento. Estamos solos.

Y aún así, tenemos jefe. Solo que no es una persona. Es un algoritmo.

Para ser conductor de primera

En general, es muy fácil llegar a ser un conductor de Uber. Todo lo que necesitas es un coche relativamente nuevo y un carné de conducir. Por desgracia, mi Scion xB del año 2012 tiene algunos arañazos en el lado del copiloto y los inspectores de Uber me rechazaron. Me dijeron que los arañazos en el lado del piloto no son un problema pero que en el lado del copiloto son demasiado visibles para los clientes.

“Nunca fui un empleado. Fui “socio” o “héroe” e incluso un “ninja”, dependiendo de la app”

Me fui a Lyft -un clon de Uber en lo esencial y con la misma popularidad en La Bahía-. No se preocuparon mucho por los daños en la cosmética del coche. Después de enviarles la información de mi seguro e ir a dar una vuelta rápida alrededor de la manzana con otro conductor de Lyft (para probar que el coche realmente funcionaba), estaba listo.

Tenía ganas de empezar. Me gusta hablar con la gente y el oficio de taxista parece muy interesante, al menos en las películas. Casi todos los pasajeros eran muy majos pero el problema venía cuando no lo eran, como aquel grupo de engreídos racistas de una empresa de capital riesgo que se pusieron a fumar en el coche. Si realmente hubiese estado dirigiendo mi propio negocio, les podría haber mandado a la mierda pero los clientes de Lyft y de muchas otras apps puntúan tu trabajo. Y si tu puntuación promedio cae por debajo de 4.7 estrellas (de un total de 5) te eliminan de la app. Te despiden.

Ya se trate de Uber, Lyft o cualquier otra app de viajes compartidos, tú estás al volante pero los pasajeros tienen el control. Como las empresas de la Economía Colaborativa no están legalmente autorizadas a formar a sus trabajadores como si fueran empleados, los sistemas de puntuación de los clientes son vitales para su funcionamiento. Son los pasajeros los que ponen a prueba a los conductores sobre la marcha y criban a aquellos que otorgan puntuaciones bajas, por las razones que sean. Los engreídos racistas de la empresa de capital riesgo, por ejemplo, me dijeron que no les gustaban los conductores que no hablaran bien inglés.

Los defensores de la Economía Colaborativa me dicen a menudo que han hablado con conductores a los que les encanta su trabajo. A muchos conductores les gusta pero considera que, como pasajero, estás puntuando al sujeto al que entrevistas y que cualquier nota inferior a cinco estrellas le pondrá más cerca de la eliminación de la app. Eso puede afectar a la sinceridad con que los conductores responden a los clientes que les preguntan si les gusta su trabajo. Los conductores deprimentes no reciben puntuaciones altas. Nadie quiere que le hagan sentir culpable por usar su app preferida.

Siendo realistas, la gente no está montando extraños en su coche por amor al arte. Lo hace porque necesita ganarse la vida y esto ha sido difícil en Estados Unidos desde 2008. Aquí los trabajadores agradecen cualquier cosa que llevarse a la boca y las empresas tienen la sartén por el mango. El modelo de negocio estándar de las app de viajes compartidos o mensajería es el siguiente:

En la fase de implantación de la app en una nueva ciudad, asumir pérdidas por el pago al alza de los conductores y el cobro a la baja a los clientes.Ofrecer gratificaciones a los conductores que inscriban a amigos en la app.Una vez que la plantilla de conductores en la app se haya consolidado y esté garantizado el suministro de nuevos conductores, empezar a rebajar sueldos.

Las empresas no envían correos electrónicos comunicando a los conductores la próxima reducción salarial y disculpándose por ello. Sucede sibilinamente a través de “mejoras” en la app en que se modifican de vez en cuando tarifas y condiciones de pago.

Sólo los conductores con tiempo de sobra para tomarse la molestia de analizar cuidadosamente los nuevos términos se darán cuenta de que éstos no les benefician. Después de suficientes recortes salariales, algunos se rinden, pero muchos en la plantilla compraron coches específicamente para convertirse en una parte de la Economía Colaborativa y terminan atrapados, trabajando por menos dinero o cambiando a una app de la competencia.

Los autónomos están autorizados por ley a trabajar para las empresas que quieran, pero Lyft no quiere que conduzcas para Uber y viceversa. En enero de 2015, Uber anunció que garantizaría ganancias de entre 10 y 26 dólares, dependiendo de las horas punta. Pero los requisitos para disfrutar de esta garantía son aceptar el 90% de todas las solicitudes de viaje, realizar un viaje por hora y estar online durante 50 minutos por cada hora trabajada. Lyft tiene un acuerdo similar por el que se puede ganar una bonificación del 10% si se conduce un mínimo de 30 horas a la semana; una bonificación del 20% por 40 horas a la semana y una bonificación del 30% por 50 horas a la semana. La idea es premiar la lealtad y evitar que los conductores tengan Uber y Lyft abiertos al mismo tiempo. La cuestión es que si estás trabajando 40 o 50 horas a la semana con una empresa, esto se parece mucho más a un trabajo a jornada completa que a un trabajo ocasional.

Conexión con la plantilla

En Los Ángeles, en septiembre de 2014, un grupo de conductores de Lyft quemó sus bigotes de color rosa en protesta por los recortes salariales. Este tipo de acciones no son muy comunes porque la mayoría de nosotros no conocemos a nuestros compañeros y no hay ningún centro de trabajo físico donde reunirse. Lyft no permite a los conductores el acceso a las oficinas. Los lugares principales donde los trabajadores de la Economía Colaborativa pueden encontrarse son los foros en internet y los grupos de Facebook. Todas las app tienen al menos un grupo así y mi favorito es Postmates Couriers.

Postmates es una app para entregas a domicilio. Como cliente, puedes pedir lo que quieras y te lo llevan a casa en menos de una hora. La mayoría de las veces, la gente pide comida, pero de vez en cuando sale un pedido de sifones para hacer espumas o de un cable HDMI. Parece un trabajo relativamente sencillo, pero en realidad puede ser todo un reto, por lo que es importante contar con una comunidad de mensajeros dispuestos a aprender los unos de los otros.

El grupo oficial de mensajeros de Postmates en Facebook es bastante inocuo, compuesto mayormente por gente que pide consejos para conseguir más dinero y gente que difunde sus ingresos con orgullo. Las respuestas son todas optimistas e inspiradoras, dando la impresión de que el curro en Postmates es muy agradable. Así que me sorprendió cuando me uní al grupo no oficial de Postmates, restringido sólo a mensajeros, y la primera cosa que vi fue este mensaje publicado por el moderador:

Sed conscientes de que en este grupo hay espías de la empresa. Lo que digáis aquí puede ser motivo de suspensión o expulsión de la app. Hacemos todo lo que está en nuestra mano para mantener a los espías de la empresa fuera del foro pero es una tarea casi imposible. No queremos ver a nadie expulsado de la app por una publicación en Facebook así que, por favor, pensad bien lo que decís antes de darle al “enter”.

Sí, se expulsa a los trabajadores de Postmates por protestar. He hablado con algunos de ellos. Y sí, en el grupo oficial de mensajeros de Postmates en Facebook se censura y se borra todo aquello que pueda ser percibido como una queja. Pero, más importante aún, está claro que Postmates no quiere divulgar entre los mensajeros las obligaciones que conlleva el estatus legal de trabajador autónomo. Para muchos mensajeros es un trauma descubrir lo poco que han ganado por su trabajo después de liquidar impuestos. Hay un montón de capturas de pantalla que demuestran cómo algunos de ellos están cobrando por debajo del salario mínimo.

Aceptar las “ofertas promocionales” de Postmates es la forma más segura de no ganar dinero durante tu turno de trabajo. En una ocasión, entré en un autoservicio de yogur helado (era la tercera vez aquel día) y vi a dos personas alternando desesperadamente su mirada de la pantalla de sus móviles a la barra del autoservicio. Empecé a hacer la combinación de yogur helado que aparecía en mi teléfono cuando escuché: ¿No tienen frambuesa? También era de Postmates. Nos dimos cuenta de que los tres estábamos en el mismo barco tan pronto recibimos la respuesta (se habían acabado las frambuesas) y por un instante nos compadecimos mutuamente.

-¿Postmates?

 Sí, espera, voy a llamar a mi cliente.

“Si estás trabajando 40 o 50 horas a la semana con una empresa, esto se parece mucho más a un trabajo a jornada completa que a un trabajo ocasional”

Los clientes de mis dos compañeros sustituyeron las frambuesas por otro ingrediente. Mi cliente quería cancelar el pedido. ¡Pero yo ya había empezado a llenar un barquillo con yogur helado! El cajero se me quedó mirando. ¿Que se suponía que debía hacer? Puse unos “lacasitos” por encima y lo compré para mí. Me di prisa, si quieres rebasar el salario mínimo en Postmates tienes que amontonar pedidos, lo que significa aceptar un nuevo encargo antes de que termine el anterior. Un tío en la otra punta de la ciudad necesitaba que le pusieran un burrito en la mano antes de 45 minutos.

Acabé pagando de mi bolsillo toda clase de menudencias por el estilo. Es parte del riesgo de iniciar tu propio negocio. Aquella vez sólo tuve que comprar un yogur helado de 3 dólares, pero puede ser mucho peor (te pueden poner multas por aparcar mal en San Francisco de más de 80 dólares). Con frecuencia, hay que elegir entre aparcar mal o llevar fuera de plazo un pedido.

Un empleado de Postmates me recomendó aparcar en los vados porque es menos probable que te multen que si aparcas en doble fila. Me pasé por la oficina para preguntar si reembolsaban las multas (no lo hacen) y me dieron un cartel para colocar en el salpicadero del coche en el que se avisa a los agentes que un mensajero de Postmates está haciendo un reparto y que volverá enseguida. Todo el riesgo recae sobre el trabajador y la empresa está libre de responsabilidad, a pesar de que el cartel es una invitación explícita a que infrinjamos la ley si hace falta para entregar a tiempo un pedido.

Verdadera eficacia

Cuando empiezas un turno para Uber, lo primero que haces es buscar “puntos calientes”. Los conductores y los clientes tienen diferentes interfaces en sus teléfonos. Para los conductores, una zona roja en el mapa indica supuestamente dónde están (o estarán) solicitando viajes la mayoría de clientes, así que te diriges a esa zona con la esperanza de encontrar un pasajero. Pero ya que todos los conductores disponibles de Uber están yendo a los mismos lugares, las zonas rojas pueden cambiar antes de llegar a ellas.

La Economía de la Explotación es tan insalubre y deshumanizante para los clientes como para los trabajadores

¿Por qué no se limita Uber a decir exactamente a sus conductores dónde se necesitan viajes? Dar órdenes directas a trabajadores autónomos les transformaría en trabajadores asalariados con derechos y beneficios. El resultado es un sistema mucho menos eficiente (para los conductores) de lo que debería ser, simplemente porque las app quieren evitar a toda costa las consecuencias de ser patronos.

Postmates permitió una vez que sus mensajeros viesen todos los detalles de un pedido antes de aceptarlo. Esto fue estupendo para los mensajeros porque nos permitía estimar cuánto dinero podíamos hacer con cada pedido. También significaba que podíamos rechazar los pedidos malos, lo cual generó una situación en la que se tardaba mucho tiempo en encontrar un mensajero que aceptara un pedido poco rentable o incluso era imposible encontrarlo. Postmates reaccionó “actualizando” la app a un “sistema ciego” en el que todavía podríamos aceptar o rechazar pedidos, pero sin contar con suficiente información para determinar si valdría la pena o no (por ejemplo, pedidos grandes en un supermercado). Para asegurarse de que aceptamos trabajos de forma rápida y sin analizarlos, la app emite un pitido muy ruidoso y molesto diseñado específicamente para inducir al mensajero a que acepte el pedido resaltado por el algoritmo.

Una de las mejores empresas para las que trabajé se llama Washio. Yo recogía la colada sucia y entregaba la colada limpia. Fue la mejor pagada y menos estresante de todas las app con las que trabajé aquel mes porque no existía la ilusión de la elección. Washio te dice exactamente lo que tienes que hacer y tú lo haces. Es sencillo y directo. Pero también traiciona el espíritu de la contratación con trabajadores autónomos y eso es relevante por varias razones.

En los Estados Unidos, como sospecho que en Canadá, los derechos laborales de nuestro ordenamiento jurídico están concebidos para proteger a los trabajadores asalariados. Por ejemplo, los empleadores están obligados a pagar un salario mínimo, proveer un seguro médico y conceder determinadas prestaciones, como por ejemplo la cobertura de bajas por enfermedad. Simulando que sus trabajadores asalariados son autónomos, las empresas de la Economía Colaborativa pueden esquivar estas obligaciones y ahorrar de paso una enorme cantidad de dinero – un ahorro que repercute tanto en el cliente de la app como en la propia app que se lo embolsa en forma de beneficio. Suena muy bien hasta que uno se pregunta por cosas como los seguros.

Una historia real: un conductor de Uber atropella a una niña de seis años en un paso de cebra y la mata. Uber no se hace responsable porque el conductor no cargaba un pasajero en ese momento y por lo tanto, técnicamente, no estaba trabajando para Uber. La compañía de seguros del conductor, por el contrario, no cubre el accidente porque considera que éste estaba violando los términos de la póliza suscrita al circular sin haber declarado su actividad comercial para Uber. Uber llegó a un acuerdo privado por una cantidad no revelada después de un año y medio de litigio.

Tu compañía de seguros puede cancelar tu póliza si descubre que estás llevando pasajeros o carga con fines lucrativos. Lo sé porque llamé a la mía para comentarles que estaba “pensando” trabajar para Uber. Ellos me dijeron que no lo hiciese, ya que estaría conduciendo sin cobertura desde el mismo momento en que iniciara la actividad. ¡Con suerte, nunca escucharán el podcast!

¡Legisladores! A por ellos

Algunas simples búsquedas en Google me llevaron a una serie de artículos sobre la respuesta de Canadá a la Economía Colaborativa. Puedo ver que hay conflicto con Uber en particular, de Vancouver a Halifax, y que la palabra recurrente es “legislación”.

Entiendo que es difícil resistirse a los precios más baratos y a la comodidad de conseguir lo que quieras con una app. ¡Es impresionante, en realidad! Pero yo diría que la Economía de la Explotación es tan insalubre y deshumanizante para los clientes como para los trabajadores.

Las app están rompiendo el espíritu de la ley mediante la explotación de lagunas legales y fomentan su incumplimiento

A los mensajeros de Postmates se les dice que está totalmente prohibido dar la mano a un cliente. Como toda norma, ésta no ha surgido de la nada. La verdad es que usar los servicios de la Economía Colaborativa puede generar desprecio por los trabajadores. Un solo conductor repulsivo de Uber puede alimentar el desdén por todos los conductores modestos. Ni siquiera tienes que ver a la persona que está limpiando tu casa o tu ropa. Un montón de gente me pidió que dejara su comida en la puerta. Los clientes llegan a amar a las app que convierten al trabajador en un anónimo. De esta manera, no tienes que sentirte culpable por tener sirvientes.

La defensa más común de la Economía Colaborativa que escucho es: si es tan malo, ¿por qué hay tanta gente haciéndolo? Muchos lo hacen por desesperación. He hablado con muchos conductores que trabajan más de 30 horas cada fin de semana, aparte de tener un trabajo a tiempo completo entre semana, sólo para tener dinero suficiente para pagar el alquiler y mantener a sus hijos. También puede parecer que estás haciendo mucho más dinero de lo que realmente haces si no contabilizas los gastos meticulosamente, muchos de los cuales son invisibles. Por ejemplo, los impuestos no se descuentan de tu sueldo, por lo que cuando llega abril puede ser impresionante descubrir la cantidad que debes.

Por otro lado, la Economía Colaborativa puede ser una gran cosa para algunos de sus trabajadores. Si escuchas el tercer episodio de la serie “Instaserfs” te encontrarás con Brooklyn, una increíble trabajadora de TaskRabbitque contraté para que me ayudara a acabar la serie. Renunció a un salario de seis cifras para perseguir su pasión (un blog de moda enwww.boisclub.com) Ella puede hacer eso y todavía pagar el alquiler debido a la flexibilidad que disfruta como autónoma. Pero ella es una autónoma de verdad, no el trabajador promedio de la Economía Colaborativa.

Hay un lugar en este mundo para la Economía Colaborativa y podría ser algo hermoso, pero donde yo vivo son estas app las que dirigen el cotarro. No hay reglas. Las app no sólo están rompiendo el espíritu de la ley mediante la explotación de una laguna legal respecto al trabajo autónomo sino que fomentan activamente su incumplimiento (por ejemplo, la colocación de carteles en los salpicaderos de los coches). Pero son los trabajadores quienes son castigados por ello, no las empresas. Si vas a permitir la Economía Colaborativa en tu tierra, querida Canadá, por favor, toma el control de la situación. No te limites a dejar que la mano invisible te lleve por donde ella quiere.

*Andrew Callaway es un director de cine independiente radicado en San Francisco. Este artículo fue publicado en febrero de 2016 en The Monitor .

Traducción: Freke B & Malouney.

Andrew Callaway*  

Publicado por el salmón.