Uber: Rápido, siga a ese ‘taxi’
Los taxistas de toda Europa salieron a las calles el pasado miércoles para protestar contra el intrusismo de Uber, una empresa estadounidense que pretende hacerse un hueco en el sector del transporte urbano europeo introduciendo innovaciones tecnológicas que los taxistas califican de «ilegales»
CARLOS DEL CASTILLO
Solicitamos un servicio de transporte con un teléfono inteligente. Vemos los coches disponibles a nuestro alrededor. La aplicación nos asigna un conductor, que nos ofrece su nombre, su número de teléfono, el tiempo que tardará en recogernos y la ubicación de su coche mientras se acerca. Terminado el servicio, la aplicación se encarga del cobro del trayecto, no es necesario el pago en metálico ni sacar la tarjeta de crédito. Puntuamos a nuestro conductor y él a nosotros.
Estos son muchos de los servicios que ofrece Uber. Sin embargo, este no ha sido un trayecto utilizando Uber, sino Hailo, una de las muchas aplicaciones digitales que ponen en contacto a taxis con usuarios utilizando smartphones. La principal diferencia entre ellas y Uber, es que mientras las primeras conectan a taxistas con pasajeros, los vehículos que Uber pone a disposición del usuario pertenecen a particulares sin licencia.
Es ese detalle el que provocó movilizaciones masivas de taxistas europeos el pasado miércoles, que creen que Uber facilita el intrusismo de los particulares en su profesión. Su huelga, secundada por el 100% de los taxistas en Madrid y Barcelona según los gremios, levantó las críticas de algunos gurús tecnológicos y de la comisaria europea de Agenda Digital, Nellie Kroes. «El debate sobre las aplicaciones de taxi es realmente sobre la extensión de la economía colaborativa. Nos fuerza a pensar en los efectos disruptivos de la tecnología digital», escribió la holandesa en su blog, que recordó que «no podemos enfrentar los desafíos ignorándolos, yendo a la huelga, otratando de prohibir las innovaciones».
Decenas de taxis bloquean una calle de Londres durante las protestas del miércoles. EFE
No todos los protagonistas de este conflicto opinan como la comisaria. «Nosotros nos hemos llevado una gratísima sorpresa en la actitud de los taxistas», afirma Alejandro Sánchez, director general en Madrid de Hailo, una start-up nacida en Londres hace dos años. «El sector del taxi no está en contra de las nuevas tecnologías en absoluto», opina, en una conversación con Público. Sánchez declara que su experiencia con los taxistas ha sido «muy positiva, en referencia a la disposición para adoptar nuevas tecnologías». Hailo cuenta con 4.000 taxistas asociados en Madrid y Barcelona, a los que habría que sumar los que colaboran con otras aplicaciones como Pidetaxi, Mytaxi, Cabify, Taxiclick, etc.
«Una cosa es la tecnología y otra es el entorno legal en que se desenvuelve»
«Nosotros no tenemos ningún problema con Uber ni con nadie», comenta José Artemio, presidente de la Confederación del Taxi de España (CTE). «Uber es una empresa que tiene varios servicios, pero ha elegido entrar en España con uno que no es legal. Un particular no puede prestar un servicio público de transporte y circular sin licencia cobrando una tarifa», expone Artemio, que enfatiza que «por mucho que alguna comisaria europea y por mucho que la responsable de Uber en España diga que son nuevas tecnologías; no, es ilegal. Si usted utiliza una aplicación para hacer una actividad ilegal, la actividad es ilegal, por muy moderno que sea el método para realizarla».
Uber se ha defendido de las críticas calificando su actividad como «economía colaborativa». «Actuamos como empresa tecnológica y el servicio que ofrecemos con nuestros conductores asociados -manifiesta a Público Ana Aguilar, portavoz de Uber en España- es un servicio de particular a particular». «Entendemos que estas personas son gente que ponen el coche a disposición de otros con un objetivo muy claro, compartir los gastos de mantenimiento», responde cuando se la inquiere acerca de por qué no exigen a sus conductores disponer de un automóvil homologado o del permiso BTP, que permite conducir vehículos en servicio público.
Uno de los taxis que participaron en las movilizaciones del miércoles, con pintadas que muestran su descontento. EFE
La línea entre lo alegal y lo ilegal
Tal y como explica Aguilar, las condiciones para ser un conductor asociado de Uber son tener más tres años de antigüedad en el carné de conducir, no tener antecedentes penales, un coche reciente y asegurado y «ganas de ponerlo a disposición de otra gente». Uber, valorada en más de18.000 millones de dólares y participada por Google, Goldman Sachs o First Round Capital, ofrece servicios de transporte en 70 ciudades de todo el mundo. Entre sus servicios está UberBlack, el más conocido, que pone en contacto a los usuarios con conductores de berlinas negras de alta gama, UberTaxi, que hace lo propio con los taxistas tradicionales, o UberLux, que se encarga del segmento de las limusinas.
Sin embargo, el servicio que la empresa ha puesto en marcha en Barcelona es UberPop, ellowcost. Los conductores, cuando tienen un rato libre, se dan de alta en la aplicación (algo así como poner en marcha su particular taxímetro) y su coche pasa a estar a disposición de los usuarios. Cuando uno solicita un servicio, la aplicación calcula el precio de la carrera, se la cobra al usuario a través del smartphone y se la ingresa al conductor, quedándose un 20% del importe como comisión.
«Muchas actividades dentro de la economía colaborativa y la nuestra en particular no entra dentro de claramente dentro del marco legal existente», considera Aguilar, que expresa que «es una legislación que tiene muchos años de antigüedad y de hecho hace tiempo que no se reforma» y que «no contempla» la «tendencia global de compartir, que no de poseer». La portavoz de Uber se pone en todo momento a disposición de los reguladores para llenar «este vacío legal» en el que, reconoce, se desarrolla la actividad de la empresa.
«En España la normativa de transportes es muy clara y se está vulnerando, por tanto la administración lo único que debe de hacer es sancionar», opina Artemio, de la CTE, que no cree que haya que modificar ninguna ley. «Lo que está haciendo Uber es tener una aplicación en la cual un usuario particular solicita a Uber un vehículo y Uber, en vez de enviarle un taxi o un vehículo VTC, un vehículo de arrendamiento con conductor -continúa-, le envía un vehículo particular, lo que es ilegal».
«Toda la competencia es buena siempre que sea una competencia leal», defiende Sánchez, de Hailo. «Uber tiene muchos modelos de negocio y ha optado por entrar en España con uno que, con la legislación que hay en España, incurre en ciertos problemas que tienen que estar resueltos previamente» concreta el también profesor del Centro Universitario Villanueva, que concluye: «Es algo que no puede dejarse a la voracidad de los mercados.
Publicado por Publico. es