Mientras la aplicación se extiende por el país, las agresiones hacia los conductores suben de tono
SONIA CORONA México 31 MAR 2015 – 20:54 CEST
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La aplicación Uber, en un teléfono móvil. / KAI PFAFFENBACH (REUTERS)
Uber se ha convertido en el competidor incómodo de los taxistas mexicanos. La ola de rechazo a la aplicación se ha manifestado esta semana en la Ciudad de México. La madrugada del 20 de marzo, un grupo de taxistas destruyó los cristales y las puertas de un automóvil contratado por Uber para transportar a un joven en el céntrico barrio de la Roma. Eran las 4.00 de la madrugada y Edgar Molina, pasajero del vehículo, escribía en su Twitter: “Agarraron a batazos al Uber que pedí a mi domicilio conmigo adentro”. Los taxistas golpeaban el coche con bates de béisbol, mientras el conductor y el pasajero estaban dentro. Molina resultó ileso y publicó más tarde imágenes del automóvil destrozado.
Los responsables del ataque son miembros de la Comisión Permanente de Transporte del Distrito Federal, una organización de taxistas que desde octubre de 2014 ha organizado manifestaciones para oponerse al desembarco de la aplicación en la Ciudad de México. Los conductores señalan que Uber representa competencia desleal y a sus automóviles los llaman “piratas”. “Este es el inicio de las medidas que tomaremos en contra de la piratería en todos sus modalidades, si bien es clara nuestra postura en contra de la violencia, también es claro que ya estamos cansados de que las leyes sean solo letra muerta”, han publicado en su página de Facebook, junto con imágenes del coche dañado.
Uber llegó a México en agosto de 2014 y se instaló en la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y Tijuana. En la capital del país no es la única aplicación que conecta a conductores particulares con personas que necesitan transporte, también está Cabify. Ambas han logrado introducir de forma importante sus servicios entre los usuarios. Uber anunció este mes que sus tarifas se reducirían un 10% y que el coste mínimo del servicio sería de 2,5 dólares. La aplicación, además, ha anunciado que desembarcará pronto en las ciudades de Puebla y Querétaro.
“Lo último que México necesita es más violencia. Reprochamos vehementemente cualquier tipo de acto violento e intimidatorio”, ha manifestado la empresa tras el ataque del 20 de marzo. Esta agresión hacia sus automóviles no ha sido la única, algunos usuarios en redes sociales han denunciado otros casos donde los taxistas intentan impedir que los pasajeros aborden un coche de Uber. Los taxistas han reclamado al Gobierno del Distrito Federal (GDF) que los conductores de la aplicación no tienen permiso para dar un servicio público a pasajeros. Las licencias en la capital del país, con validez por un año, cuestan unos 308 dólares y los conductores pagan algunas cuotas adicionales por agruparse en sitios específicos de la ciudad.
Las autoridades de la ciudad han prometido a los taxistas la creación de reglamentos que regulen los servicios de aplicaciones como Uber y Cabify. El secretario de Movilidad del Distrito Federal, Rufino León, se reunió en diciembre con las empresas para diseñar un sistema de regulación de sus coches. Hasta ahora el GDF no ha publicado ningún reglamento, pero tampoco ha sancionado a los conductores de las aplicaciones
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