Los taxistas tienen razón

Ignacio Vidal-Folch

22.01.2019 00:00 h.

El transporte público en coche, en España, estaba –está– perfectamente regularizado. Acaso necesitaba algún retoque, como una mayor persecución de los mangantes que hacen dar vueltas innecesarias a los clientes extranjeros que van del aeropuerto a la ciudad. Salvo pequeños detalles como este, era, es un servicio rápido y de una eficiencia ejemplar. Una de las cosas que funcionan bien en España. A diferencia de lo que pasa en otros países, especialmente en algunos estados de EEUU, el servicio de taxi en España era –todavía es– fiable, razonablemente económico para el usuario y está regido según parámetros de humanidad y dignidad para las familias de los miles y miles de trabajadores autónomos que pagan su licencia y sus impuestos. Los impuestos que devengan por su trabajo revierten en la economía nacional.

No hay, pues, ningún motivo razonable para, derogando con artimañas la legislación vigente, abrir el servicio del transporte sobre cuatro ruedas a ninguna empresa, norteamericana o “global”, que ofrece servicios “más baratos” –durante algún tiempo–. Que es lo que entre nosotros se llama “liberalizar el sector“.

“Liberalizar el sector” es el eufemismo que utilizan ciertas plumas para describir lo que en realidad es un rápido proceso de sustracción de los caudales españoles que ahora van a la Hacienda pública común para traspasarlos a unos empresarios y accionistas de California, con sede fiscal en Holanda y en otros paraísos, sin que les importe hundir la ya precaria economía de docenas de miles de familias españolas que dependen del sueldo de los conductores que se pasan largas jornadas de trabajo sentados tras el volante.

Es como el que dice:

-Oye, pues yo he llamado alguna vez a Cabify, y la verdad es que te atienden muy bien. Vienen en seguida y además no ponen el Carrusel Deportivo en la radio.

Y no sabe ver que le está metiendo la mano en el bolsillo y sustrayendo la cartera esa chica tan mona. Se queda con el besito que le ha dado para despistarle mientras le susurraba: “Eres taaaan atractivo…”. A lo mejor cuando ya no existan los taxistas tradicionales y a él le suban los impuestos comprenderá que la chica era una carterista y que de alguna manera hay que mantener a los miles de desempleados que habrá enviado al paro su pequeño esnobismo de circular en un coche de Uber sin carrusel deportivo.

La tolerancia suicida o la complicidad con Uber, como antes con Airbnb, con Amazon y con las demás grandes empresas de la economía digital –según el modelo de desregulación de la economía global– es un paso más en el empobrecimiento de un sector económico tras otro, conduciendo a la ruina, si no a la desaparición, a diferentes colectivos de la clase obrera. Y debilita a la clase media hasta que esta desaparezca también mientras se les mete en la cabeza que, de todas maneras, estaban condenados a desaparecer y se les promete, como consolación, que si sus hijos se hacen ingenieros informáticos a lo mejor se salvarán.

Un proceso que condena a las ciudades europeas a la suramericanización: o sea a dividirse entre, por un lado, los condominios donde viven los ricos; y por el otro, las chabolas donde agonizan los pobres.

Esto no es una visión apocalíptica personal sino una realidad evidente que en el pensamiento social todos tienen muy claro, no lo discute nadie. Por eso extraña que los partidos de izquierdas, y más concretamente el Gobierno (supuestamente socialista…) o, en su defecto, cualquier otro representante político de esos tan nacionalistas –españoles o catalanes– que hoy tanto abundan, no cojan este toro por los cuernos y salgan a las calles donde los taxistas oponen una resistencia esforzada y admirable a la revolución digital, y les digan, comprometiéndose delante de las cámaras, lo que el título de este artículo resume: “Tenéis toda la razón. Defenderemos vuestros puestos de trabajo, garantizaremos el pan de vuestros hijos. Sois la última trinchera ante una deriva repugnante del capitalismo desorejado”.

Estarán ocupados en otras cosas más importantes, aunque no se me ocurre cuáles puedan ser. Acaso preparándose para las elecciones y esas cosas.

Publicado por El Español.

Uber planea ‘uberizar’ a camareros, azafatas o guardas de seguridad con un servicio similar al de las ETT

La compañía lleva meses trabajando en UberWorks, que ofrecerá trabajos temporales. El piloto comenzará en breve en Chicago

Será el primer asalto fuera del sector del transporte de la compañía, que prepara su salida a bolsa para 2019Carlos del Castill2

Uber alcanza un acuerdo con los conductores para seguir considerándolos autónomos
EFE

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Uber planea su primera incursión su salto fuera del mercado de transporte. La compañía estadounidense prepara un nuevo servicio de trabajo temporal para poner en contacto a camareros, guardas de seguridad o azafatas con empresas que quieran emplearlos de forma provisional. El objetivo de la compañía es que Uber Works, como ha denominado a esta nueva división, esté disponible en 2019 coincidiendo con su salida a bolsa, para mostrar a los inversores el potencial de su tecnología.

Según ha publicado el Financial Times, Uber lleva meses desarrollando el proyecto en Chicago (EEUU). Allí ha comenzado la selección del personal que debe preparar el terreno y desarrollar el servicio. En su oferta, la compañía solicita candidatos “con un fuerte interés en el sector del trabajo bajo demanda” y con “disponibilidad en las horas de alta demanda del servicio (a menudo por la noche, los fines de semana y festivos)”.

Uber ha estado desarrollando Works como una “start-up interna” siguiendo el modelo de UberEats, su división de reparto de comida a domicilio. Este servicio, unido al de transporte de viajeros, son los que la compañía ha implantado de momento en España y también los más extendidos en Europa. En EEUU ha desarrollado algunos más, como Freight, que pone en contacto a transportistas con empresas; Healths, para llevar pacientes a centros sanitarios; o Jump, un sistema de alquiler de bicicletas y motos eléctricas.

Todos ellos, incluido UberElevates ( que intenta desarrollar un modelo sostenible de coche volador) o ATG (que investiga el coche autónomo) están relacionados con las diferentes variantes del sector del transporte. Con Works, Uber inicia su ofensiva para colonizar todos los trabajos susceptibles de regularse vía app con la vista puesta en los eventos corporativos.  

De la “economía colaborativa” a la ETT 

Uber es conocida por encabezar un conflicto mundial con el taxi, pero las repercusiones de su modelo de negocio trascienden con mucho el transporte de viajeros. Incluso ha puesto nombre a un proceso económico, la  uberización, en el que una empresa pone en contacto a clientes con prestadores de un servicio a través de una plataforma digital. La empresa fija las reglas del intercambio, da un entorno seguro en el que realizar las transacciones económicas y, a cambio, cobra una comisión. 

Uber cierra sus servicios en Dinamarca por una nueva ley de taxis
Vehículos de Uber durante una huelga de sus trabajadores en Bangalore, India. Las protestas contra Uber se repiten entre los taxistas de todo el mundo. EFE

Este modelo de negocio se autopublicitó como “economía colaborativa”, enfatizando la flexibilidad en horarios que ofrece a los trabajadores y un supuesto sistema de emprendimiento vía app. Los jueces han tumbado esta narrativa: el Tribunal de Justicia de la UE sentenció que Uber no es una plataforma colaborativa sino una empresa de transporte, y como tal debe ser regulada por los estados. Además, señaló que cuando la plataforma decide cómo, cuándo, a quién y por cuánto dinero se presta un servicio, no se puede hablar de emprendedores sino de empleados, puesto que “no ejercen una actividad propia que exista de manera independiente de dicha plataforma”.

Mientras los efectos sobre el recorte de derechos laborales de los trabajadores o precarización del empleo de la uberización se dejan notar desde hace años, Uber redobla su apuesta con Works. No será la primera en lanzarse a ofrecer servicios similares a una ETT (apps como  Fiverrofrecen “miniempleos” desde cinco euros) pero sí la que más inversión recibe. Fondos de capital riesgo han financiado a la compañía hasta colocarla en el ránking de empresas más valoradas a pesar de que no ha empezado a dar beneficios. El pasado miércoles recaudó otros 2.000 millones en bonos basura.

De momento, ni Uber ni el resto de empresas que explotan su modelo han encontrado una respuesta pública coordinada. Por regla general, los estados han preferido dejar que los tribunales diriman a promover regulaciones específicas sobre el entorno digital y el trabajo vía app. También es la estrategia que ha seguido España, que la pasada semana aprobó hasta 17 nuevos derechos digitales que, en la práctica, apenas introducen novedades al suponer ampliaciones de derechos detallados en otras leyes o traslaciones al entorno digital de derechos fundamentales.

Publicado por El Diario.es