¿CETA? ¡No, gracias!

¿Quién se beneficia realmente del libre comercio? Sólo aquellas empresas multinacionales establecidas libremente a lo largo del planeta para buscar y escrutar los talleres de explotación más crueles y la mano de obra más barata.

¿CETA? ¡No, gracias!
¿CETA? ¡No, gracias! EFE
 

Y cuando parecía que el PSOE se iba a atrever, finalmente todo quedará igual. Nos referimos a ese amago de votar no al tratado de libre comercio con Canadá, más conocido por su acrónimo en inglés CETA (Comprehensive Economic and Trade Agreement). Finalmente el PSOE se abstendrá y todo seguirá igual, porque la abstención permitirá que el CETA siga adelante. Y ese es el drama del PSOE, en particular, y de la socialdemocracia, en general, haber olvidado sus orígenes, virado hacia posiciones social-liberales, siendo copartícipe de un sistema roto de gobernanza económica, denominado “neoliberalismo”, surgido a mediados de la década de 1970 y basado en falacias económicas. Solo cuando la socialdemocracia se desprenda de esa mochila, tal como ya han hecho Jeremy Corbyn y Bernie Sanders, recuperará a su electorado.

El lavado de cerebro de la ortodoxia económica hace ya décadas que se infiltró en todos los ámbitos de poder

El lavado de cerebro de la ortodoxia económica hace ya décadas que se infiltró en todos los ámbitos de poder (políticos, económicos, sociales, académicos, mediáticos e institucionales). Pero es que además el marco de trabajo del régimen neoliberal, con sus pilares básicos, se fundamentan en principios falsos, que no se ajustan a la realidad de los datos. Los últimos análisis de James Montier, y Philip Pilkington, (“Six Impossible Things Before Breakfast”, y “The Deep Causes of Secular Stagnation and the Rise of Populism”), así lo demuestran. Pero vayamos al CETA y por qué hay que votar que no.

Un poco de teoría económica

La teoría económica que se utiliza para justificar la liberalización del comercio es el modelo simple de ventaja comparativa ricardiana. Básicamente indica que los países deben especializarse en la producción de aquellos productos en los que son mejores. En esencia es aplicar el argumento de la división del trabajo de Adam Smith a los países en lugar de a las personas. Este modelo simple se re-escala hasta otro de equilibrio general llamado el modelo de Hecksher-Ohlin, que fue el que realmente se utilizó para justificar la liberalización del comercio en los últimos años. Pero sus hipótesis de partida son falsas.

El comercio liberalizado ha diezmado los empleos manufactureros bien remunerados en los países desarrollados

Asume el pleno empleo en todos los países, pero la mayoría de las economías no están funcionando al pleno empleo en un momento dado. También asume una competencia perfecta y una función de producción homogénea que asigna perfectamente el capital transferible según se requiera, mientras que en realidad no existe una competencia perfecta, las funciones homogéneas de producción son lógicamente incoherentes y la noción de capital transferible es una ficción falsa. Hay otros problemas con el marco teórico, pero quizás lo más importante es que el modelo presupone que no se producirán desequilibrios comerciales. Sin embargo tales desequilibrios ocurren una y otra vez. Hoy en día, el comercio liberalizado ha diezmado los empleos manufactureros bien remunerados en los países desarrollados.

Los estudios del economista coreano Ha-Joon Chang

Pero si Pedro Sánchez y quienes le asesoran quieren profundizar un poco más en porqué hay que dar un paso adelante y decir no al CETA les recomiendo los estudios del economista coreano Ha-Joon Chang, profesor en Cambridge, posiblemente el mayor experto mundial en Economía del Desarrollo, y sin duda alguna uno de los economistas heterodoxos más relevantes en el panorama actual.

Las propuestas de Chang no son anti-capitalistas, sino críticas con un tipo particular de capitalismo, el de libre mercado. Su flanco principal de ataque son las políticas ortodoxas promovidas por instituciones financieras internacionales -FMI, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio-. Contrario a la ortodoxia económica Chang propone que los países en desarrollo, tal como era España a principios de los ochenta, se debían integrar en la economía mundial con políticas industriales selectivas, protegiendo industrias nacientes y regulando las finanzas nacionales e internacionales. Justamente lo contrario a lo que finalmente acabó haciéndose y que terminó con un intenso proceso de desindustrialización de nuestro país. Y de aquellos barros estos lodos. Chang cuestiona, en definitiva, la comprensión ideológica del libre mercado dominante, lo que unido a la poca atención que prestan a la historia la mayoría de economistas, les lleva a imponer políticas erróneas. Sólo Asia, especialmente países como China, Corea o Singapur, lo entendieron. De ahí su desarrollo actual.

Lo que nos ocultan del CETA

Desde estas líneas hemos escrito largo y tendido sobre el Tratado Transatlántico de Libre Comercio e Inversión, más conocido por su acrónimo en inglés TTIP. Ocurre exactamente igual con el CETA. Por encima de todo destaca el ocultamiento de información a la ciudadanía. Los líderes políticos involucrados en la negociación del TPPI o del CETA se sientan en una misma mesa con representantes de los lobbies industriales y financieros, decidiendo el futuro de la protección de los consumidores y del medio ambiente a ambos lados del Atlántico.

Se ansía eliminar todas las garantías que en Europa se han conseguido de protección del consumidor y del medio ambiente

Los ciudadanos europeos están al margen de este proceso, que conlleva graves retrocesos democráticos. El CETA pretende en realidad eliminar los impedimentos comerciales no tarifarios, es decir, que los estándares de producto, las obligaciones relativas a la protección del clima y todas las demás limitaciones comerciales, excepto los aranceles, den mayor facilidad a la compraventa de mercancías y servicios entre la Unión Europea y Canadá. Se ansía eliminar todas las garantías que en Europa se han conseguido de protección del consumidor y del medio ambiente.

Al final, ¿quién se beneficia realmente del libre comercio? Sólo aquellas empresas multinacionales establecidas libremente a lo largo del planeta para buscar y escrutar los talleres de explotación más crueles y la mano de obra más barata. El libre comercio, tal como le entienden, es una carrera global que arrastra al factor trabajo al fango, a la cuasi-esclavitud. Por todo ello, ¿CETA?, ¡No, gracias!.

Publicado por Voz populi.

Narbona anuncia que el PSOE dejará de apoyar el CETA tras votar ayer a favor

La presidenta del PSOE, Cristina Narbona, ha avanzado la decisión del partido de retirar el apoyo, que mantenía hasta la fecha, al tratado de libre comercio entre la UE y Canadá, conocido como CETA, por sus siglas en inglés.

A través de una conversación en Twitter con un usuario que le reprochaba que apoyar el CETA “no es de izquierdas”, Cristina Narbona revelaba la nueva posición del PSOE, declarando que “no lo vamos a apoyar”. Otra usuaria respondía a la exministra de Medio Ambiente, inquiriéndole sobre los motivos de ese cambio de posición, al parecerle un “gran error”. Narbona respondió que “los acuerdos internacionales tienen que redefinirse para no concentrar más poder en las grandes corporaciones a costa de derechos”.

Lo sorprendente de esta conversación tuitera es que tuvo lugar horas después de que el PSOE votase a favor del CETA en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, que aprobó el dictamen del Tratado por 28 votos a favor y ocho en contra (los de Unidos Podemos y ERC). El acuerdo aún deberá recibir el visto bueno del Pleno del Congreso y, posteriormente, del Senado.

En defensa de la posición del PSOE en el debate que hubo en comisión, el portavoz Ignacio Sánchez-Amor sostuvo que la postura de su partido sobre el CETA no había variado, después de que Podemos llamase a su formación a dar marcha atrás en este apoyo ahora que ha elegido un nuevo secretario general, Pedro Sánchez, que considera que “el capitalismo neoliberal actual es descarnado y socialmente insostenible”.

División interna

Hace unos días la diputada socialista Rocío de Frutos, una de las diputadas que se mantuvo fiel a Sánchez y votó ‘no’ a Mariano Rajoy en la investidura, desveló que existe “una corriente en el partido que no apoya este tratado y los efectos que puede llegar a tener”.

El CETA cuenta ya con el visto bueno formal de los Veintiocho y de la Eurocámara, por lo que su aplicación provisional será posible cuando el Gobierno canadiense formalice también su luz verde.

La aplicación definitiva, sin embargo, no se producirá hasta que se haya cumplido el proceso de ratificación de todos los parlamentos nacionales, algo que puede llevar años.

Publicado por El Diario.

Qué supone de forma inmediata el acuerdo CETA de libre comercio con Canadá

 El tratado entre la UE y Canadá, conocido por sus siglas como CETA, entrará en vigor en un 95% en primavera

 Se eliminan los aranceles de los productos que intercambien ambas regiones 

 Las ONG alertan de la liberalización de los productos agrícolas porque Ottawa no cumple los estándares medioambientales de la UE

Protestas en la puerta de la Eurocámara antes de que diera luz verde al acuerdo económico entre la UE y Canadá EFE

Por Dani Rovirosa15 feb 201720:32

El Parlamento Europeo ha aprobado este miércoles el CETA y en breve podrá empezar a aplicarse de forma provisional, cuando Canadá lo ratifique en primavera. Un mero trámite, exento de las dificultades que el acuerdo de libre comercio ha encontrado en la UE para poder entrar en vigor.

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Cuando lo haga, el 95% del tratado producirá efectos y para el resto, habrá que esperar a que los Estados miembros lo ratifiquen y den el visto bueno a aquellas partes del acuerdo que no son competencia exclusiva de la Comisión Europea.

Un proceso que hoy día no está garantizado, entre otras cosas porque aún deben pronunciarse el Tribunal de Justicia de la UE y varios tribunales nacionales sobre la legalidad del CETA. Si un solo país lo rechaza, dejará de aplicarse en su totalidad, pero mientras tanto, estas son sus principales consecuencias. 

Eliminación de aranceles

El CETA elimina los aranceles aduaneros de los productos que intercambien la UE y Canadá. La mayoría desaparecerán tan pronto como el tratado entre en vigor y otros lo harán de forma paulatina en tres, cinco y siete años. Bruselas asegura que las empresas europeas se ahorrarán más de 500 millones de euros al año, aumentando su competitividad y abaratando el precio de los bienes.

Las ONG alertan de la liberalización de los productos agrícolas porque Ottawa no cumple los estándares medioambientales de la UE. La Comisión Europea considera infundadas esas críticas, porque “el CETA no cambiará la forma en que la UE regula la seguridad alimentaria, incluidos los transgénicos” y “todas las importaciones desde Canadá tendrán que cumplir las normas europeas” en este ámbito. Algunos productos como la carne de ave o los huevos seguirán teniendo aranceles. 

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Liberalización de servicios

Los servicios están liberalizados, a excepción de los audiovisuales, la sanidad y la educación pública y algunos servicios sociales, según un documento elaborado por el Parlamento Europeo. Bruselas asegura que el CETA “protege completamente los servicios públicos”. Pero los sindicatos, por la experiencia de otros tratados comerciales similares, temen que si un país decide liberalizar alguno de sus servicios no se pueda revertir la situación.

Acceso a contratos públicos

Tanto las empresas europeas como las canadienses podrán concursar en las licitaciones públicas de cualquier Administración en igualdad de condiciones.

Homologación de títulos

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La UE y Canadá reconocerán las cualidades profesionales de algunas profesiones reguladas, como por ejemplo los arquitectos, ingenieros y  contables.

Lo que de momento queda fuera

Durante la aplicación provisional, quedará excluido el capítulo del tratado relativo a las inversiones. Por tanto, los servicios financieros no quedarán cubiertos por ahora.

Tampoco entrarán en vigor los polémicos tribunales de arbitraje, uno de los principales caballos de batalla de las organizaciones contrarias al CETA y al TTIP, el acuerdo de libre comercio entre la UE y Estados Unidos que no tiene posibilidad de salir adelante mientras Donald Trump sea presidente.

Paul Magnette, ministro presidente de la región belga de Valonia, se opuso al mecanismo de resolución de conflictos entre empresas y Estados. Su rechazo al hecho de tener que compensar a las compañías si aprueba leyes que van en contra de sus intereses retrasó la firma del acuerdo entre la UE y Canadá, hasta que obtuvo el compromiso del Gobierno belga de consultar al Tribunal de Justicia de la UE sobre la legalidad de estos arbitrajes.

La justicia europea no será la única que se pronuncie al respecto. También debe hacerlo el Tribunal Constitucional alemán, y ya ha expresado dudas al respecto.

Publicado por el Diario.

¡Taxi libre! (de TTIP)

Cuando decimos que el TTIP y sus primos, el CETA (con Canadá) y el TiSA (acuerdo para liberalizar servicios entre más de cincuenta países), cambiaría la forma en que vivimos y trabajamos, sólo repetimos las palabras de Michael Forman, Representante de Comercio estadounidense, al anunciar el lanzamiento de las negociaciones entre la Comisión Europea y los EEUU.

Y no le falta razón. Hay sectores en los que son evidentes las consecuencias negativas que el TTIP les traería, como la agricultura o las empresas de propiedad estatal, como Correos, Renfe o Navantia. Pero existen otros sectores económicos y laborales en los que esta afectación será igual de dañina, pero muy poco conocida.

Uno de estos sectores es el del taxi. Los taxistas ya están viendo y sufriendo lo que supone la entrada de multinacionales como Uber oCabify, que, amparados bajo el lema de implantar lo que llaman ‘economía colaborativa’, lo que realmente hacen es reventar un mercado a base de precariedad laboral y elusión fiscal.

Esa es la idea base del libre mercado que nos traerían estos nefastos acuerdos. La competencia total como modelo económico sólo aporta beneficios a estas enormes empresas transnacionales y a nadie más, gracias a la explotación de los supuestos trabajadores, que no son tales, pues no son empleados, sino ‘colaboradores’, con lo que no están amparados bajo el paraguas de la protección laboral que otorga un contrato laboral decente.

El segundo pilar de sus enormes ganancias se debe a la facilidad para eludir sus obligaciones fiscales, ya que no tributan en España, sino en diversos paraísos fiscales, como Holanda o Delaware, en EEUU. Debemos ser conscientes de que, bajo este modelo, se potencia una economía extractiva, sustrayendo riqueza producida en nuestro país para esconderla en paraísos fiscales. Es piratería en toda regla, por muy legal que sea.

El colmo de la injusticia es que una de estas empresas, Cabify, llegó a recibir más de medio millón de euros en concepto de préstamos públicos a través del Ministerio de Industria, presidido entonces por el ex ministro Soria. Es completamente incomprensible que una multinacional que no tributa en nuestro país se vea privilegiada de este modo con fondos públicos. Es más fácil de entender cuando nos enteramos de que el principal accionista de esta empresa es un fondo de capital riesgo, Seaya Ventures, fundado y dirigido por la hija del Presidente del BBVA, Beatriz González. Todo queda entre amigos.

Esta es la situación actual, pero ¿acaso el TTIP puede empeorarla? Desgraciadamente, sí.

Porque el TTIP, entre otras medidas, impediría que un nuevo Gobierno, decidido a poner orden en esta jungla, pudiera sacar adelante una nueva normativa en relación a estas empresas-sanguijuela, y por ejemplo, obligarlas a pagar sus impuestos en España. Este tratado establece unas medidas muy concretas para facilitar que un Estado sea demandado por una empresa extranjera (ojo, sólo extranjera), si ésta considera que una ley perjudica sus expectativas de beneficio económico, y pedir una indemnización pagada, cómo no, con fondos públicos, con el dinero que es de todos.

A este nuevo Gobierno le quedarían dos opciones: dejar las cosas como están, permitiendo que sigan importando precariedad laboral y exportando recursos económicos; o cambiar la legislación e indemnizarles por proteger a los trabajadores y a toda la ciudadanía, que es la verdadera dueña de esos impuestos que se llevan a esconder a un agujero.

Otra de las medidas que establecería el TTIP es la eliminación de barreras no arancelarias. Y en el sector del taxi y los transportes en general, las licencias son consideradas barreras al libre comercio. Cualquier multinacional podría, de nuevo, denunciar a España por la existencia de esta obligación, que seguiría siendo aplicada a los ciudadanos de nuestro país pero no a los norteamericanos. Si un Gobierno decidiera eliminar la exigencia de licencias en todos los casos, la competencia desleal sería abrumadora, pues miles de taxistas que en su día cumplieron con la normativa deberían seguir pagando a los bancos la deuda que contrajeron para comprar dicha licencia, que puede llegar a los ciento cincuenta mil euros. Las licencias VTC, que son las usadas por los conductores de Cabify, cuestan unos veinte mil. La diferencia es notable, la desigualdad evidente.

Ni Cabufy ni Uber contratan a sus conductores bajo el régimen general de la Seguridad Social, a pesar de que la legislación para solicitar esa licencia VTC lo exija. Así que, además de no pagar impuestos y degenerar las condiciones laborales del sector, tampoco pagan las cuotas a la Seguridad Social. Todo un negocio redondo que les permite tener unas ganancias abrumadoras, eso sí, fuera de nuestras fronteras.

Si esto no es robar, si esto no es ser pirata, sanguijuela y parásito, entonces deberíamos cambiar el diccionario. O bajarnos de este mundo terriblemente desigual y salvaje que algunos están construyendo.

fuente: elperiodico.com

CONVOCAMOS AL SECTOR DEL TAXI DE LA COMUNIDAD VALENCIANA EL 21 DE ENERO DE 2017 CONTRA EL CETA

Este próximo sábado día 21 de Enero de 2017 tendrán lugar movilizaciones de protesta en las principales ciudades europeas, contra la ratificación por parte de los Parlamentos de toda Europa del CETA (Acuerdo Global de Comercio entre Unión Europea y Canadá).
Habrá movilizaciones en casi todas las ciudades de toda España, y más concrétamente en nuestra Comunidad Valenciana habrá las siguientes como más significativas:
En Castellón habrá una manifestación que parte desde la Plaza María Agustina a las 19 horas.
En Alicante habrá una manifestación en bicicleta que finaliza en el Mercado central coincidiendo con la Concentración prevista a las 12 horas en la Plaza 25 de Mayo.
En Valencia habrá una concentración con Cacerolada y visualización de vídeos en una Pantalla Gigante desde las 18 horas en Plaza de Los Pinazo.
Las Movilizaciones están organizadas por cientos de Asociaciones nacionales y locales representando a todos los sectores de la sociedad, incluidas también muchas de las formaciones políticas y sindicatos, entre ellos nuestra Confederación de Autónomos del Taxi de la Comunidad Valenciana.
EL TAXI DICE NO AL CETA

Queremos denunciar el peligro que se cierne sobre el sector del Taxi, la firma del CETA supondría la entrada de empresas de transporte de viajeros (UBER u otras empresas similares) que no quieren cumplir las normas que si cumplimos hoy en día en Europa, y que quieren tribunales de arbitraje independientes para puentear los actuales Tribunales de Justicia Europeos.

LA PLATAFORMA CONTRA EL TTIP Y EL CETA CONVOCA ESTAS MOVILIZACIONES DE PROTESTA.
LA CONFEDERACIÓN DE AUTÓNOMOS DEL TAXI DE LA COMUNIDAD VALENCIANA APOYA Y SE SUMA A ESTOS ACTOS CONVOCANDO AL SECTOR.

Descárgate el archivo original aquí

TPP, TTIP y TLCAN, los acuerdos que Trump quiere poner en el congelador

Por Sputnik

 

– 21 Noviembre, 2016

Nueva York, 21 nov (Sputnik).– La asunción de Donald Trump a la presidencia de EEUU puede ser un freno mayor al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés), además de poner a prueba la eficacia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés).

Trump ha insistido en que rechazaría el TPP y la TTIP y que desde el primer día de su administración pediría a Canadá y a México renegociar el TLCAN, al que definió como el “peor acuerdo comercial de la historia”.

La diferencia radica en que el TPP y la TTIP aún no están en vigor ni han sido ratificados por el Congreso de EEUU, mientras el TLCAN está vigente desde 1994.

El TPP es un tratado de libre comercio aprobado en febrero por 12 países de la cuenca del Pacífico, Chile, Singapur, Nueva Zelanda, Brunei, EEUU, Canadá, México, Australia, Perú, Japón, Malasia y Vietnam, que representan el 25 por ciento de las exportaciones globales y el 37 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial.

El objetivo de EEUU, que se sumó en 2008 a un TPP que existía desde 2006 entre cuatro países, se basa en crear un bloque regional para proyectarse en Asia-Pacífico y así frenar la influencia de China.

El acuerdo, negociado en secreto, concentraría el 40 por ciento de la economía mundial y abarcaría sectores como la educación, los servicios de Internet, el ambiente y la salud, beneficiando, por ejemplo a las grandes empresas farmacéuticas.

Sus partidarios del TPP creen que impulsaría el crecimiento económico y la creación de empleo, mientras sus críticos aseguran que afectaría a la soberanía nacional, disminuyendo la protección social y ambiental y dando más poder a las trasnacionales para demandar a los gobiernos.

“El TPP es otro desastre empujado por intereses particulares que quieren violar nuestro país, solo una violación continua de nuestro país”, dijo Trump en un mitin de campaña en Ohio (noreste), en junio.

La TTIP es un tratado gemelo pero entre la Unión Europea y EEUU, sobre la cual Trump no ha hecho declaraciones específicas.

Se trata del mayor acuerdo de libre comercio del mundo, ya que concentraría el 60 por ciento del PIB mundial y el 75 por ciento del comercio global, afectando también a casi todos los sectores de la economía.

Los objetivos de la TTIP se basan en eliminar los aranceles aduaneros que restringen la competencia y en conceder a las empresas derechos a litigar contra las leyes nacionales si vieran dificultades para acceder a los mercados.

Los beneficios de la TTIP, que también se maneja con mucho secretismo desde 2013 y ha incorporado a grandes compañías en las negociaciones, incluirían ganancias de 164.000 millones de dólares para la UE y 131.000 millones de dólares para EEUU hacia 2027, según señala el Centro de Investigación de Política Económica (CEPR).

Pero sus críticos aseguran que la TTIP amenaza los derechos laborales, las regulaciones ambientales y el empleo y que apunta a la desaparición de los servicios públicos y a la sumisión de la propiedad intelectual e industrial.

Por último, el TLCAN, que se firmó en 1992, es un acuerdo entre Canadá, México y EEUU para crear una zona de libre comercio, que concentra el 28 por ciento del PIB mundial.

El TLCAN se fundamenta en facilitar la circulación de bienes y de servicios, además de promover las condiciones de competencia leal, aumentar la inversión y proteger los derechos de propiedad intelectual.

En los 22 años que lleva en vigor, el comercio entre los tres países creció 217 por ciento; los bienes comercializados entre EEUU y México sumaban el año pasado 1.500 millones de dólares diarios y entre Estados Unidos y Canadá, 1.800 millones de dólares.

Pero el TLCAN, promocionado como vía para crear empleos en EEUU y Canadá y ayudar al desarrollo económico de México, en los hechos redujo los salarios estadounidenses y puso la economía mexicana a disposición de las empresas del vecino del norte, señalan sus críticos.

“Es un desastre (…) o lo renegociamos o lo terminamos, porque todos los acuerdos tienen un fin (…) Cada acuerdo tiene que ser justo, todo acuerdo tiene una cláusula de defraudación; estamos siendo defraudados por todos estos países”, dijo Trump en una reciente entrevista en la cadena CBS.

Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sostiene que el TLCAN permitió incrementar exponencialmente el comercio en esta región, pero aumentó los flujos migratorios de México a EEUU a pesar del supuesto de que evitaría la salida masiva de mexicanos.

Varios analistas también indican que el TLCAN arruinó la agricultura mexicana que no pudo competir con los productores estadounidenses, y que esto forzó la migración de más de tres millones de campesinos a las ciudades de México y EEUU. (Sputnik)

Publicado por el País.

Bruselas asume que habrá una “pausa” en las negociaciones del TTIP tras victoria de Trump

La Comisión Europea ha dicho este miércoles que es pronto para saber cómo afectará en las relaciones con Estados Unidos la victoria del republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales, pero ha asumido que en cualquier caso se producirá una “pausa natural” en las negociaciones para un acuerdo de libre comercio (TTIP, por sus siglas en inglés).

Europa Press

Jyrki Katainen

En una rueda de prensa conjunta, el vicepresidente de la Comisión Europea responsable de Crecimiento e Inversión, Jyrki Katainen, ha dicho que es prematuro sacar conclusiones y la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, ha concedido que Bruselas está aún “digiriendo” los resultados.

Sin embargo, ambos han coincidido en que las ya de por sí complicadas negociaciones del TTIP tendrán ahora que afrontar una “pausa”, algo que han considerado “natural” por el relevo en la Administración norteamericana

“Lo que vaya a durar esta pausa es algo imposible de decir, hay mucha incertidumbre”, ha indicado Malmström, para después insistir en que “tiene todo el sentido” trabajar para estrechar las relaciones comerciales de dos potencias como Estados Unidos y Europa.

Katainen, por su parte, ha reconocido que las declaraciones de Trump durante la campaña le sitúan “en contra del libre comercio”, pero ha pedido “no subestimar” el interés que el TTIP despierta en las autoridades y en el sector empresarial norteamericano.

“Hay incertidumbres en torno a varios asuntos, no sólo la cuestión comercial, pero al mismo tiempo hay que recordar que las relaciones transatlánticas tienen muchos valores y realmente no creo que ningún lado del Atlántico quiera ponerlos en riesgo”, ha defendido el vicepresidente comunitario.

Publicado por invertida.

El TTIP es un cadáver político gane Trump o Clinton

Por Sputnik

Madrid, 08 nov (Sputnik).- El Tratado Transatlántico de Libre Comercio e Inversiones (TTIP según sus siglas en inglés) que negocian Europa y EE UU es un “cadáver político” que tiene pocas posibilidades de salir adelante sea quien sea el ganador de las elecciones estadounidenses, afirmó Vicente Palacios, director del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas, en declaraciones a Sputnik Nóvosti.

“El TTIP es un cadáver político en estos momentos, no existe ni a un lado ni a otro del Atlántico”, aseguró Palacios.

En opinión de este experto en política exterior, una victoria del candidato republicano Donald Trump supondría el “parón definitivo” o como poco el “bloqueo” de las negociaciones sobre el tratado.

Por otro lado, una victoria de la contendiente del Partido Demócrata, Hillary Clinton, tampoco dejaría un camino despejado para las negociaciones del acuerdo.

Aunque el punto de vista tradicional de Clinton siempre fue favorable al libre comercio, Palacios cree que su lucha en las primarias republicanas con Bernie Sanders le obligó a plegarse a las posiciones de “los sectores más de izquierda dentro del partido” y “contradecirse” en su opinión sobre el TTIP.

En cualquier caso, Palacios apunta que una victoria de Clinton no supondría la muerte definitiva de las negociaciones ya que factores como la posibilidad de que los demócratas recuperen el control del Senado en estos comicios pueden otorgarle cierto margen de maniobra.

Sin embargo, este experto señala que en Europa tampoco hay un clima favorable para que el tratado salga adelante.

“Hay una contestación muy fuerte tanto en la opinión pública de la mayoría de países como en los propios Gobiernos y Parlamentos que deberían ratificar ese acuerdo”, expone Palacios.

Además, Palacios subraya que en el próximo año deben celebrarse elecciones presidenciales en dos de los países con más peso en el club comunitario, Francia y Alemania, por lo que “no es el momento” para firmar un acuerdo que incluye postulados “muy impopulares”.

“En el caso de una victoria de Hillary, habría que sentarse y renegociar las bases del tratado, sobre todo en el ámbito de la aplicación como elementos muy sensibles relativos a los servicios públicos o el tribunal de arbitraje que dirimiría disputas entre inversores y Estados”, explicó Palacios.

Esa renegociación, expone este experto, podría llevar años y su futuro sería muy incierto ya que los Gobiernos europeos contrarios al tratado en sus términos actuales “elevarían su listón de exigencias” obligando como mínimo a una remodelación casi completa del mismo.

Finalmente, en el hipotético escenario de una victoria de Trump, Palacios cree que “tendríamos el fin de TTIP para mucho tiempo” ya que Europa no tendría “un interlocutor capaz de impulsar la negociación”. (Sputnik)

Publicado por el País.

Todo lo que esconde el CETA

Un análisis del recorrido del acuerdo durante las últimas semanas y de los textos firmados finalmente demuestra que, en todo caso, la victoria de la Comisión y sus aliados es una victoria pírrica

ADORACIÓN GUAMÁN / ALEXANDRE MATO PABLO SÁNCHEZ CENTELLAS

Jean-Claude Juncker, Justin Trudeau, Donald Tusk y el primer ministro eslovaco, Robert Fico, durante la firma del CETA este domingo 30 de octubre.

CHRISTOS DOGAS / UNIÓN EUROPEA

BRUSELAS | 31 DE OCTUBRE DE 2016

El CETA está firmado: la UE y Canadá plasmaron su firma el domingo 30 de octubre en Bruselas. “Lo conseguimos”, dijo la ministra de Comercio de Canadá, Chrystia Freeland, a punto de saltar de alegría entre las sonrisas de los políticos presentes en la Cumbre de última hora convocada tras la ‘rendición’ de Valonia, la región belga que durante dos semanas ha bloqueado el Acuerdo Económico y Comercial Global entre la UE y Canadá.

La puesta en escena y el lenguaje corporal mostraron que la Comisión Europea, los gobiernos del continente y el canadiense y las grandes empresas que han empujado por este Tratado Comercial han salvado un momento crítico. La política comercial comunitaria “ha recuperado su credibilidad”, decía aliviada su responsable en la UE, la comisaria sueca Cecilia Malmström, mientras se escenificaba lo que aparentemente ha sido una victoria frente a sindicatos, organizaciones sociales y ecologistas y sobre Valonia, la pequeña aldea gala del siglo XXI que puso contra las cuerdas al mismísimo Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea.

Pero, ¿realmente han ganado los que apostaban por el tratado? ¿Han sido en vano los esfuerzos de las campañas de las organizaciones sociales y la izquierda europea? Un análisis del recorrido del acuerdo en las últimas semanas y de los textos firmados finalmente demuestra que, en todo caso, la victoria de la Comisión y sus aliados es una victoria pírrica.

Han sido quince días de “presiones increíbles” sufridas por Valonia, la pequeña región de apenas el 1% de la población de la UE, donde se han concentrado todos los poderes políticos (y económicos) hasta conseguir torcer el brazo de su gobierno. El líder de los socialistas belgas y ex primer ministro, Elio di Rupo, llegó a asegurar que tanto él como el ministro-presidente de Valonia, Paul Magnette, habían sufrido coacciones directas de los dirigentes europeos.

También el presidente del Europarlamento, Martin Schulz, en una actitud sin precedentes, ha llegado a presionar al presidente socialista del gobierno valón para que se rindiera a las presiones de la Comisión. El también socialista alemán realizó esas presiones sin la aquiescencia de la Eurocámara, y diversas eurodiputadas/os quieren pedirle responsabilidades.

HAN SIDO QUINCE DÍAS DE “PRESIONES INCREÍBLES” SUFRIDAS POR VALONIA, DONDE SE HAN CONCENTRADO TODOS LOS PODERES POLÍTICOS (Y ECONÓMICOS) HASTA CONSEGUIR TORCER EL BRAZO DE SU GOBIERNO

Las presiones se han librado también en los grandes medios, que han intentando sacarle los colores al gobierno valón por su declive económico, utilizando cuestiones como el reciente cierre de la fábrica de maquinaria Caterpillar para intentar justificar la necesaria apertura a las inversiones extranjeras que se promueve con el CETA. De hecho, aunque en la Comisión afirman que “han respetado con paciencia” los tiempos de las instituciones belgas, Juncker ha reconocido que sus negociaciones habían ido más allá del gobierno federal del país. Un equipo de la Comisión visitó varias veces Namur, capital de Valonia, durante los días del rechazo al CETA para discutir directamente sus objeciones.

La resistencia de la pequeña Valonia representaba en realidad el esfuerzo de miles de activistas que llevan años de campaña contra el CETA y el TTIP, y sumaba las reticencias de otros Estados miembros que no acababan de estar cómodos con el acuerdo en ciernes y que han exigido, al calor de las negociaciones para convencer a la región belga, introducir cambios en el texto de la manera que fuera posible.

En realidad, tras dos semanas de fracasos (un Consejo de Comercio que no pudo firmar el acuerdo, una Cumbre de líderes europeos con el primer ministro belga cabizbajo, incapaz de convencer a los valones, una ministra canadiense llorando, horas interminables de negociaciones…) se podría afirmar que ha sido la Comisión la que ha dado su brazo a torcer.

Es cierto que el presidente Juncker y su equipo, con Malmström al frente, han salvado la cara evitando “un golpe muy serio a la política comercial común y a la credibilidad de la UE”, en palabras de un alto diplomático de un país europeo. Pero tampoco puede negarse que Valonia solo ha bajado los brazos tras conseguir un acuerdo de escala nacional con numerosas condiciones, que también se han plasmado de manera parcial en la Declaración firmada como anexo al CETA. En todo caso, tras la firma quedan numerosos pasos por dar para que el acuerdo con Canadá entre en vigor, de manera provisional primero y de manera total posteriormente.

El camino que le queda al CETA

El primer reto del CETA será conseguir el apoyo de la mayoría simple de las y los diputados del Parlamento Europeo, en una votación que, si no se celebra en diciembre, deberá esperar a febrero. En principio, ese primer trámite no debería dar problemas a las partes firmantes: votará a favor la gran coalición de facto, formada por los conservadores del PP Europeo y el grupo de los ‘Socialistas y Demócratas’, a la que se unirán los liberales del ALDE, el cuarto grupo de la Cámara. La oposición quedará en manos del GUE/NGL, el grupo de izquierdas del Parlamento, y Los Verdes, junto a algunas eurodiputadas/os belgas y franceses.

EL PRIMER RETO QUE TENDRÁ QUE ENFRENTAR EL CETA SERÁ CONSEGUIR EL APOYO DE LA MAYORÍA SIMPLE DE LAS Y LOS DIPUTADOS DEL PARLAMENTO EUROPEO

Es sabido, también, que los socialdemócratas franceses en conjunto están siendo muy combativos en las negociaciones del TTIP, el tratado comercial con Estados Unidos, así que la disciplina de voto socialista podría romperse. En todo caso, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha señalado que su previsión “es que no habrá problemas en el Parlamento Europeo”.

Una vez aprobado el CETA por el Parlamento Europeo, las dos partes procederán a la aplicación provisional del acuerdo. Este es el as en la manga de la Comisión, ya que permitirá que el tratado se aplique sin el tercer paso necesario para su ratificación, la aprobación por cada Estado de la UE. Sin embargo, gracias a las reticencias de Valonia, de numerosos juristas, del Tribunal Constitucional alemán y de varios países, la aplicación provisional sólo se producirá respecto de determinadas partes del tratado y no respecto de la totalidad del capítulo más criticado: el de la protección de la inversión extranjera. Aun así, durante la rueda de prensa tras la firma, el propio primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ha señalado que “una de las claves es que la entrada en vigor provisional representa el 98% de lo que es el CETA”.

A partir de ahí, el CETA libraría su última batalla, una lid con casi 40 escenarios pues en algunos Estados miembros, como evidentemente Bélgica, el Tratado requerirá la aprobación en los parlamentos regionales. Por esta razón, Bruselas tiembla ante otros ‘valones’ en cualquier rincón del continente y, entre bambalinas, no se descarta que probablemente el acuerdo con Canadá nunca llegue a ser ratificado del todo.

Si finalmente el CETA descarrila porque alguno de los Estados Miembros de la UE no lo ratifica o, incluso, si un Tribunal Constitucional o una institución similar falla en contra de la compatibilidad entre el CETA y alguna de las Constituciones nacionales, finalizaría la aplicación provisional del acuerdo. La duda estriba en saber cuándo va a ocurrir esto ¿será inmediato el cese de la aplicación? ¿Habrá un tiempo mínimo para que el CETA muera definitivamente?

Esta cuestión ha ocupado, entre otras, un lugar central en el debate que ha llevado hasta el sí de Valonia. Si repasamos los documentos publicados tras la negociación en Bélgica se observa que la aquiescencia valona se ha conseguido mediante la adopción de una resolución firmada por el conjunto de autoridades belgas implicadas. Este texto, resultante de la negociación intrabelga, establece condiciones importantes que pueden lastrar la vida del Tratado.

Las condiciones de Valonia

En primer lugar, y como declaración principal, las autoridades implicadas van a realizar a intervalos regulares evaluaciones de las implicaciones sociales y ambientales de la aplicación provisional. Si una de las entidades federadas informa al gobierno belga de su decisión definitiva y permanente de no ratificarlo, éste deberá notificar en un plazo máximo de un año al Consejo la imposibilidad total de ratificación. Valonia y las otras federaciones siguen teniendo en su mano la muerte definitiva del CETA.

EN ALGUNOS ESTADOS MIEMBROS EL TRATADO REQUERIRÁ LA APROBACIÓN EN LOS PARLAMENTOS REGIONALES. BRUSELAS TIEMBLA ANTE OTROS ‘VALONES’ EN CUALQUIER RINCÓN DEL CONTINENTE

Un segundo punto clave es que los distintos Gobiernos belgas también han acordado elevar ante el Tribunal de Justicia de la UE una solicitud de examen de la compatibilidad del mecanismo de resolución de controversias inversor-Estado (ICS) con los Tratados de la UE. Estas regiones han manifestado en ese mismo texto su negativa a ratificar el CETA si se mantiene el capítulo 8, respecto de la inversión extranjera, tal y como está en el texto.

Además, la resolución incluye una previsión de activar la cláusula de salvaguarda en materia de agricultura, y la obligación de que el Parlamento belga apruebe cualquier iniciativa en materia de cooperación reguladora que trate competencias compartidas con Bélgica.

Las reclamaciones valonas contra el CETA también han estado muy centradas en los posibles cambios de la legislación europea en áreas como los productos transgénicos, en concreto sobre su “autorización, comercialización, crecimiento y etiquetado” en suelo europeo. El texto belga “reafirma que el CETA no afectará a la legislación de la UE” sobre estos alimentos, pero no hace mención, por ejemplo, a posibles problemas en la gestión del agua.

El resto del acuerdo intrabelga se vincula con el contenido de la Declaración interpretativa del CETA que llevaba meses fraguándose y que ha sido engordada y acabada in extremis, como único camino posible para sortear obstáculos que parecían infranqueables.

Realmente ¿qué han firmado la UE y Canadá?

El contenido del CETA finalmente firmado no ha cambiado, es exactamente el mismo que rechazó el Parlamento valón y que ha suscitado las críticas de Estados, movimientos sociales, sindicatos e incluso del propio Tribunal Constitucional alemán. Sin embargo, junto con el CETA se ha firmado una Declaración anexa que debe entenderse como parte del acuerdo.

Esta declaración de 12 páginas contiene dos novedades fundamentales respecto de los textos filtrados antes de que Valonia se rebelara. Por un lado, la Declaración se reconoce a sí misma como interpretación obligatoria en el sentido del artículo 31 del Convenio de Viena sobre el derecho de los Tratados. El CETA, por tanto, debe interpretarse según el sentido que le dé esa declaración, que incluye un listado de los artículos específicos a los que afecta y que deben ser interpretados según sus indicaciones.

JUNCKER Y SU EQUIPO TIENEN SERIOS PROBLEMAS PARA SACAR ADELANTE SU AGENDA POLÍTICA Y ESPECIALMENTE UNO DE SUS PILARES, LA POLÍTICA COMERCIAL

Esta contundencia choca con la segunda de las novedades que incluye la Declaración, con afirmaciones que van en sentido totalmente contrario al contenido del CETA. Por ejemplo, en la Declaración se reconoce que del CETA no se va a derivar un trato más favorable para los inversores extranjeros que para los nacionales. Si aplicamos estrictamente esta idea, directamente hemos de eliminar del texto el mecanismo de solución de controversias inversor-estado (ICS), lo cual significaría dejar caer una de las piezas fundamentales del Tratado. ¿Cuál puede ser la solución? ¿Están diciendo realmente una cosa y la contraria? La respuesta puede estar en el propio artículo 31 del mencionado Convenio de Viena, donde se señala que la interpretación de todo tratado debe realizarse en primer lugar atendiendo a su texto y en segundo lugar a las declaraciones anexas. Si se aplica esta norma de manera rigurosa queda claro que, en todo caso, va a primar lo que diga el CETA, lo que sin duda resta valor a la Declaración que tantos esfuerzos ha costado firmar.

El anexo parece escrito para fomentar la tranquilidad. Su preámbulo tiene un aroma conocido y repite las bondades del CETA y sus potencialidades para impulsar la economía, incluyendo afirmaciones como que “el principal propósito del comercio es aumentar el bienestar de la ciudadanía”; el reconocimiento del derecho a regular; el reconocimiento de la capacidad de ambas partes de plantear y conseguir sus “objetivos legítimos de políticas públicas” decididas por sus instituciones democráticas; o la afirmación de que el CETA no rebajará los estándares y regulaciones relativas a la salud, protección del consumidor, ambiente o protección de los derechos laborales. Ambas partes reafirman su compromiso con el principio de precaución y reiteran que la cooperación en materia normativa será voluntaria, algo que es evidente según el capítulo 21 del CETA. No se explica en cambio que si una de las partes decide “voluntariamente” apartarse del método de cooperación debe justificarlo y esta justificación no es sencilla.

A partir de ahí la Declaración aborda los temas que más reticencias y polémica han despertado durante las negociaciones: el derecho a regular de los Estados y sus entidades, los mecanismos de cooperación reguladora, los servicios públicos, el ICS (el mecanismo de arbitraje entre inversor y Estado), el desarrollo sostenible (en cuestiones laborales y ambientales), las consultas con los agentes sociales, la contratación pública, el agua, las pymes o la protección de los pueblos aborígenes de Canadá.

LA LUCHA PÚBLICA DE VALONIA EN LAS DOS ÚLTIMAS SEMANAS HA SUPUESTO UN ESPALDARAZO Y UN RECONOCIMIENTO A LA LABOR DE LAS CAMPAÑAS Y MOVIMIENTOS SOCIALES

En muchos de estos puntos la Declaración es una mera repetición de lo dicho hasta ahora: buenas intenciones sin modificar el texto del CETA. Sin embargo, hay algunas novedades como la mención a los sistemas de seguridad social, que se reconocen expresamente fuera del ámbito del tratado, y quedan exentos de las obligaciones de liberalización establecidas para el conjunto de los servicios en diversos capítulos del CETA.

Otro ejemplo es la materia laboral, ya que se afirma que los mecanismos de sanción por incumplimiento de los estándares laborales (mínimos) serán vinculantes, un extremo que no está establecido en el tratado y que, sin duda, generará confusión a la hora de activar estos mecanismos. Una parte positiva es que se remarca que el CETA no afecta a los derechos de negociación colectiva y de huelga.

Menos clara resulta la parte de la declaración que atañe a la contratación pública: se afirma que ninguna previsión del CETA va a ser un obstáculo para la introducción de cláusulas sociales y ambientales, pero el contenido del Tratado apunta a lo contrario. También se subraya que los stakeholders, o partes con intereses en el CETA, no son solo empresas, sino sindicatos, grupos ecologistas, cosa que hasta ahora no se contemplaba.

La parte dedicada a la protección de la inversión extranjera es la que más profundamente afecta al contenido del CETA. Para matizar la frase comentada sobre la no discriminación entre inversores extranjeros y nacionales, en la Declaración se indica que el “trato igual”  significa que los inversores extranjeros pueden, que no deben, utilizar los tribunales estatales. Además, se clarifica que una modificación normativa no puede ser objeto de un recurso de un inversor, y que sólo las empresas con un claro vínculo con Canadá o la UE podrán utilizar estos mecanismos (lo que no es óbice para que el mecanismo siga siendo una avenida para las empresas de EEUU porque muchas tienen filiales en Canadá).

LA SUERTE DEL TTIP ESTÁ EN SUS HORAS MÁS BAJAS. LOS SOCIALISTAS DEL CONTINENTE ESTÁN DIVIDIDOS Y TIENEN POR DELANTE MUCHAS VOTACIONES PARA AHONDAR EN SUS CONTRADICCIONES

La Declaración incluye cuestiones que ya se habían afirmado como un maquillaje que no cambia el corazón del mecanismo de ICS (jueces seleccionados por su currículum, un código de conducta, normas de remuneración, etc). Ante este contenido, los sectores críticos recuerdan que el principal problema es que el mecanismo de ICS genera una justicia paralela sólo al alcance de las empresas extranjeras, algo que no cambia con la Declaración anexa. Haciendo bandera de esta nueva aproximación a los mecanismos de solución de controversia inversor-Estado, la Declaración confirma la voluntad de la UE de caminar con rapidez y con el apoyo de Canadá hacia una Corte Multilateral de Inversiones.

También es importante señalar que la Declaración incluye la cuestión del agua. Aunque la Comisión había prometido dejar este asunto fuera del acuerdo, el European Water Movement ha analizado el capítulo del CETA sobre ‘Derechos y obligaciones relacionados con el agua’ y concluye que facilitará en Europa y Canadá “el acaparamiento del agua por parte de empresas multinacionales”. Aunque este capítulo considera que el agua no es un bien ni un producto y, por tanto, queda fuera del acuerdo comercial, el European Water Movement alerta de que sus usos posteriores como mercancía (agua potable, saneamiento o riego agrícola) sí abren la posibilidad de que esté sujeta a los mecanismos del CETA. Para contrarrestar estas críticas, se ha introducido una cláusula interpretativa asegurando que “nada en el Acuerdo obliga a la UE a permitir el uso comercial del agua para cualquier propósito”.                                                                  

Tras el CETA, ¿está muerto el TTIP?

Juncker y su equipo, la autodeclarada “Comisión política y no de tecnócratas”, tienen serios problemas para sacar adelante su agenda política y especialmente uno de sus pilares, la política comercial. En el último choque de trenes europeo se ha evidenciado cómo, en este tema, lo que debería haber sido un paseo triunfal se ha convertido en una pírrica victoria y esto va a afectar sin duda al TTIP.

La suerte del tratado con los Estados Unidos está en sus horas más bajas. Los socialistas del continente están divididos y tienen por delante muchas votaciones para ahondar en sus contradicciones, sobre todo por sus repetidas sentencias de muerte al TTIP. El tiempo dirá si se materializan estas sentencias de muerte de ciertos políticos franceses y alemanes en horas preelectorales pero, de momento, ponen palos en las ruedas de los Tratados de Libre Comercio de nueva generación. Por añadidura, una gran parte de la ciudadanía conoce el CETA, el TISA –Acuerdo sobre el Comercio de Servicios que negocian 23 miembros de la OMC– y sobre todo el TTIP.

La lucha pública de Valonia en las dos últimas semanas ha supuesto un espaldarazo y un reconocimiento a la labor de las campañas y movimientos sociales que, en palabras de sus miembros, van a seguir peleando para extender el conocimiento y el rechazo de estos tratados al conjunto del continente. Como apuntan desde los movimientos de rechazo al CETA, “puede parecer que hemos perdido una batalla, pero hemos salido con la moral alta y el grueso de las tropas intactas, no todos pueden decir lo mismo. Ahora no vamos a bajar la guardia, tenemos por delante la votación en el Parlamento Europeo y hay que seguir en las calles

Publicado por ctxt.

CETA: Europa celebra la devastación de su economía

AL CONTADO 14:52 04.11.2016 (actualizada a las 14:53 04.11.2016) URL corto 4776101 La catástrofe económica que vive Europa aumentará de forma exponencial. El motivo: el CETA, el tratado de libre comercio firmado entre la UE y Canadá. Consecuencias: el inminente cierre de cientos de pequeñas empresas, la pérdida de empleo de cientos de miles de personas, y altos cargos en las grandes corporaciones para los mentores del pacto. 00:00 / 00:00 No han faltado a la cita quienes hablan de las muchas bondades del CETA, y hasta han tirado números sobre la mesa: tendrá un impacto de 12 mil millones de euros en la economía de Europa, y de 8 mil millones en la de Canadá. Aunque no especificaron quiénes serán los beneficiarios. CETA: acuerdo de libre comercio que acerca el fin de pequeños empresarios europeos Envalentonado, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se vistió de augur y dijo: “las pequeñas empresas, los consumidores, empezarán a sentir sus beneficios de inmediato, incluso antes de la ratificación de los 28 parlamentos europeos”. Pero, ¿hasta qué punto es realista este augurio? ¿Quién será capaz de producir bienes y servicios a los menores precios para ser competitivos? ¿A costa de qué? Los pequeños empresarios ya comienzan a ver la plena oscuridad del túnel. ¿Son fundados sus temores? El economista catalán Josep Manel Busqueta afirma que esos temores son absolutamente fundados, y lo argumenta con evidencias prácticas. Cita el ejemplo del NAFTA, tratado de libre comercio entre EEUU, Canadá y México, en el que los resultados han sido devastadores. Lo que ocurre, es que quienes impulsan este tipo de tratados son las grandes corporaciones transnacionales, explica el economista. “Lo que existe allí es una selección por arriba de los grandes inversores, y de los grandes agentes de comercio, de finanzas y de producción. Porque de hecho lo que estos acuerdos plantean es una legislación ad hoc donde los grandes inversores y corporaciones encuentren el terreno más propicio para generar sus inversiones”. Busqueta señala que “los grandes personajes que operan en las esferas elevadas de la política institucional y los intereses corporativos, forman parte de una simbiosis perfecta”. “Hoy a nadie se le escapa que entre los grandes cargos políticos, y los cargos referenciales de las grandes corporaciones, existe el mecanismo de las ‘puertas giratorias’. Así, quien hoy en día puede ser presidente de la Comisión Europea, a la mañana siguiente cuando deja su cargo, puede ser un alto responsable de Goldman Sachs. Y en este sentido tenemos el caso de Manuel Durão Barroso como ejemplo último de esto. Pero se pueden encontrar a muchísimos más”, indica el analista. “Lo que existe es una connivencia clara de los intereses de las grandes corporaciones y de su penetración en las grandes esferas políticas, que sin ningún tipo de rubor y sin ningún tipo de vergüenza, hoy en día vemos cómo, a sueldos estratosféricos, una vez estas personas dejan sus cargos políticos, pasan a engrosar las filas de los Concejos de administración, o cualquier otro cargo importante dentro de esas industrias”. Josep Manel Busqueta concluye que “esta es una realidad que se perpetúa y se reproduce de una forma absolutamente indiscriminada en los distintos ámbitos de las administraciones, tanto estatales, como europeas”

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