Las tecnológicas se sobrecalientan

  • Las altas valoraciones despiertan la inquietud de los inversores y del mercado
Las tecnológicas se sobrecalientan
Travis Kalanick, fundador de Uber, se tomó una excedencia indefinida esta semana (Danish Siddiqui / Reuters

Hace calr y no sólo en la calle, también en los parquets. Algunas valoraciones empresariales han alcanzado temperaturas muy altas.Y los inversores corren el riesgo de quemarse.

¿Cómo es posible que una empresa con problemas regulatorios en decenas de países, que nunca ha obtenido beneficios, acusada de machismo y cuyo consejero delegado se ha visto obligado a tomar una excedencia tenga un valor estimado de 70.000 millones de dólares? Lo han adivinado, estamos hablando de Uber. Pero es todo el universo de las firmas tecnológicas, las que cotizan y las que no, el que despierta más de una duda en los últimos días.

Un estudio publicado en Harvard Business Review indica que las firmas fundadas en los últimos cinco años han crecido, en términos de valoraciones, al doble que las que empezaron a funcionar hace una década.

Las firmas que no cotizan tienen valoraciones altas sin obtener beneficios

Los profesores Will Gornall e Ilya Strebylaev han publicado hace poco un estudio para la Escuela de Negocios de Stanford (EE.UU.) en el que, mediante una serie de parámetros, llegan a la conclusión que los llamados unicornios, es decir aquellas firmas valoradas en más de 1.000 millones que no cotizan aún en bolsa, en su mayoría pertenecientes al universo tecnológico, están sobrevaloradas, en promedio, un 51%. “Los unicornios están inflados”, sentencian.

Aner Ravon, de la consultora Zirra, rebaja este porcentaje de sobrevaloración al 27%, pero emite un juicio muy duro. “ Esto no puede durar. Algunos sectores, como la nube o las aplicaciones ya no son disruptivos. Y en pocos años incluso la inteligencia artificial y el coche autónomo perderán su brillo. Se tardará mucho en conseguir la infraestructura necesaria y el cambio cultural que exigen estas tecnologías. Mientras tanto, los consumidores se darán cuenta de que no necesitan tantos productos alrededor de ellos”.

Informes negativos han golpeado esta semana a las grandes empresas en bolsa

“Existe la vieja tecnología, como Google, Oracle o Facebook, y la nueva tecnología, como los unicornios. Algunos piensan que estos últimos están sobrevalorados, pero es difícil saberlo hasta que no entran en bolsa y no publican sus resultados, dijo Aswath Damodaran, profesor de la Escuela de Negocios de Stern, en Nueva York.

Es lo que ocurrió a la firma Cloudera, que hace unos días se desplomó en bolsa un 28% después de publicar en el mercado sus primeros resultados trimestrales, que fueron inferiores a las expectativas. Su capitalización bursátil es la mitad del valor que tenía antes de salir a cotizar. Es la primera vez que ocurre algo similar con los unicornios. Jim Sequoia, socio de Sequoia Capital, una de las firmas de capital riesgo más respetadas de Wall Street, advertía recientemente de la sed excesiva que estas firmas tienen para captar recursos, que luego no se traduce en riqueza. “Cuanto más capital consigues levantar, menos valor creas. Estas rondas que te aportan mucha caja te hacen perder la disciplina”.

El dinero barato y la llegada de fondos de capital riesgo han inflado los precios

“Lo que tienen estas compañías son perspectivas muy grandes. El problema es que a menudo sólo tienen esto: perspectivas”, advierte Miguel Ángel Bernal, miembro del Instituto Español de Analistas Financieros y profesor del Instituto de Estudios Bursátiles. “Yo creo que hay algo de burbuja. Sus previsiones de cash flow no están fundadas. Estas grandes valoraciones son fruto esencialmente de la barra libre de dinero barato y del peso de los fondos de inversiones privados. Muchos de estos unicornios caerán. Hay incógnitas de regulación y muchos de sus activos se basan en marcas cuyo valor, además de intangible, puede llegar a ser etéreo”, señala.

Carlos Conti, socio director de Inveready Investment Technology Group, considera que las valoraciones altas de estas empresas “reflejan expectativas de que operarán en su mercado como un monopolio y que serán capaces de imponer sus tarifas. Es lo que ha ocurrido por ejemplo con Google, Amazon o Facebook, que a efectos prácticos se lo quedan todo en sus respectivos sectores, al disponer de una posición de fuerza”.

Se considera la posibilidad de que consigan operar en régimen de monopolio

Para Conti, el debate más bien se presenta a largo plazo. Porque en el contexto económico actual no se sabe cuál es el horizonte temporal de esta renta monopolística. El otro problema es que algunas de ellas pueden estar prisioneras del síndrome de la jaula de oro. “Al tener valoraciones altas, hay que justificar expectativas cada vez superiores para conseguir captar más capital. Es una trampa que ellos mismos se han creado”, dice Conti.

En cuanto a la evolución en las bolsas, según estimaciones de Bloomberg, las tecnológicas están viviendo una racha alcista desde 1995 y esto no es sostenible. Esta semana se vivieron varias caídas a raíz de informes negativos de bancos de inversión. Los valores tecnológicos del índice S&P 500 este año se han revalorizado un 17%, el doble que el resto de los valores. Un calor bochornoso.

El espectro del 2000 en la bolsa

¿Caerá la bolsa como en el año 2000, cuando estalló la célebre burbuja puntocom? Los que creen que no argumentan que hoy la situación es diferente. Primero, los ingresos que generan estas compañías hoy es muy superior: sólo Apple hoy duplica la facturación de Microsoft, Intel y Cisco de aquel entonces. Segundo, en términos técnicos estas compañías tienen un precio interesante. A principio de siglo, los títulos cotizaban más de 60 veces sus ganancias. Hoy estamos a poco más de 20, en promedio. Los optimistas creen que estas empresas han crecido más que el resto, pero porque hay motivos. “No parece una burbuja, no huele a burbuja, no es una burbuja”, sentenciaba Christopher Thronberg, de Beacon Economics. “La tecnología simplemente es donde hay crecimiento ahora”, añadió. Jay Ritter, profesor de Finanzas de la Universidad de Florida también coincidía. “En 1999 las firmas corrían para salir a cotizar y recibían altas valoraciones. Hoy las que están muy valoradas no son sólo start-ups, sino empresas tecnológicas con negocio consolidado”, subrayaba. Los más pesimistas en cambio apelan a la estadística: hace nueve años que la bolsa de EE.UU. no padece una crisis. Y recuerdan que hoy, a diferencia de principios de siglo, la productividad crece la mitad, el crecimiento de los beneficios es más débil y el endeudamiento de las empresas, superior.

Publicado por la Vanguardia.