EN DEFENSA DEL TAXI

Nos gustaría hablar del Tesla Model 3, un coche totalmente eléctrico, con batería para recorrer más de 300 kilómetros y que se pondrá a la venta en 2018 con un precio de 35.000 dólares en Estados Unidos, pero tendremos tiempo para poder hablar de lo que promete este modelo.

Pero debemos comentar nuestra posición sobre Uber, el servicio de coche con chófer bajo pedido que la comisión nacional de competencia ha permitido que empiece a operar en España. Aunque ha hecho mucho ruido, su competidor Cabify ya funciona en nuestro país, y un día un servidor estuvo a punto de usarlo. Calculé el recorrido con la aplicación, aparecían unos 15 euros de coste y decidí parra un taxi convencional. Resulta que no sólo me salió más barato -y sin esperas, claro- sino que el sitio al que acudí, un concesionario de coches en Madrid, estaba cerrado, y el taxista me llevó a las nuevas instalaciones, muy próximas, pero que a pie jamás hubiera encontrado. Hecho esto borré Cabify de mis aplicaciones porque no va a dar un servicio como el del taxi.

Y este es el quid de la cuestión. El servicio que recibimos siempre va a ser mejor en el taxi, porque sus conductores son profesionales, conocen el ambiente en el que se mueven, los atascos al dedillo y, si nos apuran, hasta la previsión del tiempo.

Sumemos que los taxistas pagan, como cualquier otro ciudadano, un montón de impuestos con los que se hacen carreteras, hospitales o transportes públicos, que pueden ganarse la vida dignamente y sin intermediarios., que Uber se lleva el 25 por ciento de cada ‘carrera’ y tributa sus impuestos en Holanda, lo que lejos de ser ‘consumo colaborativo’ es una estafa fiscal, y el resultado es que no conviene en absoluto.

Por eso debemos defender el sector del taxi tradicional, además de por su trabajo, por la seguridad, cortesía y buen servicio de la mayoría de los profesionales de este sector, que además tiene tarifas reguladas por ley, sin libre mercado.

Publicado por las Provincias.