Competencia carga contra las últimas restricciones a las licencias de Uber o Cabify

Taxis y vehículos de alquiler con conductor (VTC) coinciden en las calles de Madrid.
Taxis y vehículos de alquiler con conductor (VTC) coinciden en las calles de Madrid.

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha requerido al Gobierno para que derogue los últimos requisitos aprobados en diciembre para las empresas que utilizan licencias VTC (para vehículos de alquiler con conductor), como Uber o Cabify. Advierte, además, de que acudirá a los tribunales en caso de que no se anulen. El Ministerio de Fomento aprobó el pasado diciembre un real decreto con una serie de medidas que frenaba la expansión de las empresas que utilizan este tipo de licencias VTC. Entre otras cosas, el real decreto estableció que las licencias VTC no pueden venderse en los dos años siguientes a su adquisición y las empresas que las usan deberán inscribir en un registro único todos los servicios que se contraten antes de su realización.

Publicado por El País.

Empieza la guerra entre Cabify y el taxi de Barcelona

Ada Colau ha aprobado el reglamento que regulará las licencias VTC en la ciudad

Una usuaria subiendo a un taxi en Barcelona / MIKI

Una usuaria subiendo a un taxi en Barcelona / MIKI


Ha sucedido. Tal como estaba previsto, el Pleno del Consejo Metropolitano del Área Metropolitana de Barcelona(AMB) que lidera Ada Colau ha aprobado este 27 de febrero la regulación para los vehículos de menos de nueve plazas.

En el documento, que se ha impulsado en pleno Mobile World Congress (MWC), se especifica que solo podrá haber una licencia de alquiler de vehículo con conductor (VTC) por cada 30 de taxi. Aplicando este criterio 1/30 solo se podrían otorgar 348 licencias y actualmente hay operando 799. En este sentido, supondrá un obstáculo para Cabify.

“La batalla está servida”, ha declarado el portavoz de Élite Taxi, Tito Álvarez, a Metrópoli Abierta. “Tienen los días contados”, ha añadido. El organismo encargado de hacer cumplir la nueva reglamentación será el Instituto Metropolitano del Taxi (IMET).

Según ha especificado AMB en un comunicado, con este marco reglamentario Barcelona pretende “dar respuesta a la problemática en la que se encuentra hoy el sector del taxi que se encuentra amenazado a causa de la rotura de la proporcionalidad de VTC en relación al número de taxis debido a la modificación de la Ley de Transportes y de su Reglamento, así como de la última sentencia del Tribunal Supremo que resolvió favorablemente las peticiones de licencias VTC”.

A partir de este momento, las partes disponen de 30 días hábiles para hacer sus respectivas alegaciones. “Aquí no hay sitio para especuladores, explotadores y encantadores de serpientes”, ha reivindicado el portavoz guerrillero refiriéndose a Cabify y Uber. Los taxistas de Barcelona encaran la nueva regulación con optimismo. “Los vamos a echar y haremos justicia por primera vez en este país”, ha concluido con énfasis Tito Álvarez.

Publicado por Metropoli.

Colau eliminará más de la mitad de las actuales licencias VTC de Barcelona

La alcaldesa de Barcelona,Ada Colau, planea aprobar un reglamento restrictivo para las VTC (Autorización de arrendamiento de vehículos con conductor) en el pleno del Área Metropolitana de Barcelona que se celebrará este 27 de febrero. El reglamento se aprobaría en plena celebración del World Mobile Congress cuyos organizadores había planteado sus temores ante un boicot por parte del sector del taxi de la Ciudad Condal. La normativa exigirá una licencia municipal y la aplicación estricta del criterio de 1 VTC por cada 30 taxis tradicionales establecida en el reglamento de Ordenación del Transporte Terrestre (ROTT) de 2015.

Cada vehículo contará con una licencia individual y se exigirá un seguro acorde a la legislación municipal. Además, deberán estar al día en fiscalidad, laboral y legislación medioambiental. También deberán de tener los vehículos adaptados a personas con movilidad reducida. Todos los que cumplan los requisitos entraran en un sorteo. Porque más de la mitad quedarán fuera. Este mes de febrero había 10.460 licencias de taxi en Barcelona. Aplicando el criterio 1/30 sólo se podrían otorgar 348 licencias y actualmente hay operando 799.

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“Paradójicamente, la alcaldesa social dejará en el paro a 450 familias por presiones de unos profesionales instalados que trabajan en condiciones más cómodas”, opina Juan Ignacio Navas, socio-director de Navas & Cusí, despacho especializado en derecho financiero, societario y europeo. “En nuestra opinión, el reglamento vulnera el principio de competencia de la UE”, añade Navas, quien considera que la misma regulación municipal del taxi vulnera el principio europeo de la libre competencia. “¿Por qué el Ayuntamiento decide el número de licencias de taxi y no el número de bares, pastelerías o peluquerías?, se pregunta Navas.

La regulación pretendida, es además “asimétrica”, denuncia Navas. “A los titulares de las licencias VTC se les impide la transferencia de su licencia para evitar la especulación; ¿pero es que no existe especulación con las licencias del taxi en Barcelona?”, se pregunta. Además, en el caso de las VTC el ‘reglamento Colau’ prohíbe que haya más de un conductor por licencia, exigencia que no tienen las licencias de taxi.

A juicio de Navas, la mejor manera de terminar con la especulación es “abrir el mercado” y permitir que sea este quien se autorregule. “El mercado es mucho más sabio que Colau o que cualquier de nosotros y decidirá qué número de licencias -de taxi y/o de VTC- son las adecuadas”, concluye el socio-director de navascusi.com

Se plantea además un problema de retroactividad. ¿Qué pasará con aquellos profesionales que actualmente gocen de una licencia y les sea retirada por la nueva regulación? El catedrático de Derecho Administrativo, Avelino Blasco, asesora al consistorio en su decisión y muestra ejemplos comparados donde situaciones similares se produjeron en el pasado. “Se cumplirán los requisitos de no discriminación, necesidad y proporcionalidad”, señala en su informe. “No hay duda de que el Ayuntamiento deberá de indemnizar a los perjudicados haciendo esta decisión gravosa para los ciudadanos de Barcelona”,señala Navas.

Pero sobre todo, el reglamento Colau tendrá que responder a dos importantes contingencias. La primera, el incumplimiento de la Ley de Unidad de Mercado al exigir en Barcelona una licencia específica que -de momento- no exige ningún ayuntamiento. Si el ejemplo cunde, “obligaría a los conductores VTC a trabajar con 8000 licencias bajo el brazo”, denuncia la patronal de VTC, Unauto.

“Muchos ayuntamientos estudian ya medidas similares para tratar de congraciarse con los taxistas de sus ciudades, generadores de opinión pública”, señala Navas.

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Por otra parte, el Supremo examinará el próximo 17 de abril la ratio 1/30establecida en el ROTT. Desde el sector lo consideran una “recomendación”. Si el Supremo anula la ratio, el reglamento del Área Metropolitana de Barcelona resultaría contradictorio con la legislación nacional.

Sostenibilidad medioambiental

En cuanto a la “sostenibilidad medioambiental”, Navas recuerda que el Tribunal de Justicia de Madrid ha admitido a trámite la demanda de Alcorcón contra las medidas restrictivas al tráfico establecidas por la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. “Limitar la movilidad es limitar la actividad; si el objetivo de Colau es enfriar la ciudad, lo está consiguiendo; pero eso es menos trabajo y más paro. La contaminación se reduce mejorando la calidad y la frecuencia del servicio público”, concluye Navas.

Es casi seguro que el reglamento anti-VTC de Colau acabará en los tribunales. La Comisión Nacional del Mercado de la Competencia, la patronal Unauto y quizás el mismo gobierno central lo recurrirán. Y pedirán la suspensión de la regulación como medida cautelar. En caso de que no lo concedan, el daño se estima en dos millones de euros mensuales. “Un dinero que saldrá del bolsillo de los ciudadanos ante una decisión arbitraria que sólo beneficia a unos pocos”, lamenta el socio-director de navascusi.com

Publicado por el Confidencial.

¡Taxi! Llévame lejos de Cabify

El otro día tomé la decisión de usar el taxi siempre que pueda, es decir, rompí con Cabify. Miré por última vez el icono lila en la pantalla de mi móvil y este emitió un brillo apetitoso como el de la manzana que nos expulsa del Edén camino del aeropuerto. Eliminé la aplicación con la misma actitud del borracho que borra el número del camello tras la última noche narcótica. Solo cuando estuve seguro de que no quedaban restos en la memoria interna del teléfono empecé a preguntarme por qué había tomado una decisión tan estúpida. Fue, lo reconozco, puro romanticismo. Como lo de los ingleses del Brexit, como lo de los catalanes de la DUI. Anacronismo.

En cuanto borré el icono de Cabify añoré los asientos impolutos y confortables, que me habían hecho sentir como un ejecutivo de Telefónica en un trayecto de seis euros, y las botellitas de agua de diseño cuqui que yo hurtaba a pares como el turista miserable que manga las toallas del hotel, y la cortesía-blanda-un-poco-forzada de los conductores, y la promesa de un servicio puntual, y la oferta servil de cambiar la música o modular a mi antojo la temperatura del vehículo. Añoré esos Cabifys germánicos y pulcros que me rindieron pleitesía como a un pequeño emperador de la avenida de Aster. Parecía que hubieran brotado por la mañana de una cadena de montaje en lugar de salir de un garaje.

En cuanto borré el icono de Cabify añoré los asientos impolutos y confortables, que me habían hecho sentir como un ejecutivo de Telefónica en un trayecto de seis euros, y las botellitas de agua de diseño cuqui que yo hurtaba a pares como el turista miserable que manga las toallas del hotel, y la cortesía-blanda-un-poco-forzada de los conductores, y la promesa de un servicio puntual, y la oferta servil de cambiar la música o modular a mi antojo la temperatura del vehículo. Añoré esos Cabifys germánicos y pulcros que me rindieron pleitesía como a un pequeño emperador de la avenida de Aster. Parecía que hubieran brotado por la mañana de una cadena de montaje en lugar de salir de un garaje.

Suena bonito, pero para mí Cabify apesta exactamente por estos motivos. La empresa hace creer a los mindundis como yo que somos importantes con un truco barato de ‘marketing’. Los conductores se pagan el traje, se aprenden el discurso como de anuncio de la teletienda, ayudan solícitos, sueltan fórmulas tan prefabricadas como los avisos automáticos de aceptación de ‘cookies’ de esta página web. ¿Dónde está la vida? En esos coches se respira un ambientador plástico. Si quieres que el conductor se suelte y despotrique de sus jefes, tienes que forzarlos. Si quieres que emitan opiniones políticas, más te vale haber contratado un viaje a Badajoz. Esto es así porque su bonus depende de las puntuaciones que les da el imbécil del cliente. Y claro, no se la quieren jugar.Cabify sigue a rajatabla la máxima de que el cliente siempre tiene la razón, cuando todos sabemos que el cliente es un gilipollas la mayor parte de las veces. El cliente es por definición ese ser infantilizado por los mimos del capitalismo, berreante, lírico al quejarse al camarero, chillón y narcisista. Cualquier empresa que trate al cliente como si fuera un dios sobre la tierra merece mi repudio. Somos suficientemente mayorcitos como para ganarnos el aprecio de la gente que se ve obligada a trabajar para nosotros.Cabify sigue a rajatabla la máxima de que el cliente siempre tiene la razón, cuando sabemos que el cliente es un gilipollas la mayor parte de las vecesUn conductor de Cabify me explicó cómo funciona la tiranía del cliente en esa empresa. El hombre había embarrancado el coche contra un bordillo. La maniobra me hizo derramar un poco de agua de la botellita sobre mi engreída pechera. Pese a que me reí, vi que él estaba azorado. Le dije que no pasaba nada y entonces me explicó el asunto de la puntuación. Me dijo que, si no estaba totalmente satisfecho, por favor no le puntuase. Le pregunté a qué se refería y me explicó que Cabify solo les da el bonus si su calificación es de cinco estrellas. Es decir: si un cliente pejiguero le pone cuatro estrellas por culpa de un atasco o un bache, es como si le hubiera puesto un uno. El conductor va a la lona.Así que elegiré el taxi. Comparados con esos coches negros, los taxis parecen un bingo ruidoso y cutre en el que Dios lanza los dados cada vez que levantas el brazo en el paseo de la Castellana. En Cabify hay confort garantizado, pero en los taxis hay una alta probabilidad de encontrar literatura.Hasta que no abres la portezuela trasera ignoras cuál es el universo que te ha asignado el azar. Darás con taxistas habladores y con taxistas parcos, con conductores limpios y conductores guarros, simpáticos y bordes, honrados y trileros, del Madrid y del Barça, de la SER y de la COPE. He oído las mejores historias de la ciudad en los taxis, mientras el buen conductor pitaba a las focas que salían del Nebraska o sorteaba a los moros que corrían con la mercancía liada a la manta.En Cabify hay confort garantizado, pero en los taxis hay una alta probabilidad de encontrar literaturaSi tienes más alma que necesidad de ser tratado como un nuevo rico, te toparás con taxistas quemados, con viejos con pelos en las orejas que sueltan peroratas extraídas directamente de los códices del fascismo, con mujeres taxistas aguerridas, con hombres de países que no sabes que existen y con esos taxistas jóvenes y poligoneros que insultan a los políticos y te llevan al mejor antro de la ciudad.Un buen taxista, entretenido, rápido, hábil y manirroto, es el verdadero premio a un cliente. Si estás a punto de perder el AVE, ese tipo se saltará semáforos y te entregará puntual en el andén.

Publicado por el Confidencial.

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